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  • #13166

    La calle está en silencio, el sonido de los automóviles a lo lejos es el eco de fondo. Una voz se escucha a la distancia y de pronto una mujer aparece corriendo ¿cuántas veces yo he corrido en medio de la noche en una calle solitaria? Un temor me embarga y me pregunto si estará bien. Mientras tanto, el viento hace danzar la “mala yerba” que ha ganado su batalla por habitar el concreto debajo de ese colosal poste. Esta vista me es antiguamente familiar.

    Las ramas del árbol que custodia esta casa se asoman tras el vidrio de mi ventana. No sé su nombre, pero algunas veces he percibido el susurro de su voz, “guardián” me ha dicho. Su figura es más bien la de un extenuado guardián, uno que ha estado en pie durante un turno muy prolongado. Algunas de sus hojas aun reverdecen, como recordando lo que alguna vez fueron. Sin embargo, gran número de sus ramas languidecen, son testigas del tiempo, aquel que fue y ha sido olvidado pero que, en su presencia, nos lo evoca, nos hace recordar.

    La luz artificial que ilumina la soledad de la calle es un recordatoria de la ilusión que hemos construido. Cuando miro al cielo y contemplo la tenue sonrisa de la luna le pregunto a esta noche a través de mi ventana ¿qué es lo que le gustaría ser? Pareciera que le hemos robado protagonismo y que de alguna forma evitamos encontramos frente a frente con ella. El grillo se esconde en algún lugar cerca de mi ventana, se manifiesta claramente como uno de sus tantos custodios. Esta noche yo la escucho, pero, sobre todo, percibo su esencia en el lenguaje de sus finos aromas.

    El vidrio de mi ventana está roto y, aun así, sigue siendo funcional. Lo cierto es que gran parte del polvo que entra por esa hendidura me molesta ¿debería cambiarlo? Últimamente tengo este gran dilema del uso y re uso consciente. Quizá mi ventana me invita a ser creativa, a mirar esa fisura como una oportunidad de mirar desde otra perspectiva. Por hoy me molesta su falta de estética, no es una ventana linda.

    Huele a lluvia y mi ventana es un portal para mirar aquello que está más allá de lo que es aquí, dentro. Allá, afuera, la noche canta y sus sonidos me hablan, me cuentan historias que guardo en mi memoria, como la de aquel día que ella y yo nos conocimos. Sola, en medio del camino, sumergida en un profundo estado alterado de consciencia, la noche se me presentó. Allí conocí su magia profunda, sus habitantes, sus ritmos pausados y el lenguaje de un tiempo que no conocía. Hoy, observando la calle deshabitada ella me hace recordar, entre ventanas rojo carmesí y horrorosas puertas, entiendo que su esencia es mucho más que todo esto, su lenguaje, permanece en un profundo misterio.

    #13171
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    A primera vista, podría parecer que se habla de lo que observas desde tu ventana, como reza el título, pero el gran asunto de este texto, delicadamente equilibrado, donde confluyen registros diversos, desde lo poético y lo fantástico, hasta un realismo más descarnado, es la noche, la experiencia de la noche como un orden alterno, distinto de la vigilia y del día, que es el periodo en el que la mayoría de la humanidad se desenvuelve. Tu texto me hace evocar un magnífico cuento de Maupassant, titulado “La noche”, que comienza así:

    «Amo la noche con pasión. La amo, como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible. La amo con todos mis sentidos, con mis ojos que la ven, con mi olfato que la respira, con mis oídos, que escuchan su silencio, con toda mi carne que las tinieblas acarician». (Puedes leerlo aquí: https://ciudadseva.com/texto/la-noche/).

    En este cuento, la noche es a la vez hermosa y terrorífica (como verás si lo lees, vale mucho la pena). También en tus variaciones nocturnas aparecen esos matices: el misterio, la magia, los aromas, los sonidos del grillo, pero también la muchacha que corre y la pregunta ineludible acerca de si correrá también peligro. Podría no haber ventana, pero seguiría habiendo noche en tus líneas, como si ella fuese el manto o el velo que deja ver, oír, oler y a la vez ocluyera los sentidos mucho más que un vidrio (roto). En suma, tu ventana es la noche, en ella observas, en ellas respiras, en ella te inicias en arcanos misterios.

    Precioso texto.

    #13177

    Gracias por el cuento Gabriel, me sentí identificada con la parte hermosa de la noche, sin embargo, fue muy impresionante leer la terrorífica. ¡Me encantó!
    Gracias también por tus comentarios (enriquecedores como siempre).

    #13208
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    ¡Qué bueno que te gustó el cuento, Mónica! Sí, es muy bueno. Y como dice otro grande, Ítalo Calvino, cuando presenta este cuento en una antología de cuentos fantásticos del siglo XIX, algo muy meritorio es que genera ese efecto terrorífico con una gran economía de recursos.

    Leo muy pronto tu siguiente texto.

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