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Gabriel Schutz.
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marzo 13, 2020 a las 11:38 pm #12236
ALBERT
ParticipanteLunes 09 de Marzo 2020
Poco a poco los primeros rayos del sol atraviesan algunos huecos que las copas de los arboles dejaron libres, para que los efectos de la luz dibujarán una infinidad de figuras sobre el pasto.
La plasticidad de la gran variedad de plantas aumenta con el movimiento ascendente del sol. Parece ser un juego de luz y sombra, expresado por el conjunto de tamaños, formas y colores, que se proyectan por la iluminación desde diversos ángulos.
Observo una hilera de crisantemos amarillos que en este momento están abrazados por la luz de sol. Siento que este cuadro natural es multiplicado por belleza y proyección, por este regalo tan elemental del sol.
Al fondo veo un conjunto de palmeras reales. Sus hojas brillan del lado del sol naciente. También sus troncos majestuosos, con esta luz de lado realmente demandan sus espacio dentro de su reino.
Martes 10 de Marzo 2020
Esta amaneciendo y observo que en este momento no se mueve ninguna hoja de la multitud de plantas del alrededor. Ayer, una hoja nueva del plátano estaba enrollada como un tubo. Hoy ya se abrió totalmente y esta entera, el viento no ha tenido oportunidad de rasgarla y hacer una falda hawaiana.
Un poco atrás de esta hoja veo una penca de plátanos. Tres hileras de frutos que todavía tienen un color verde limón, ya me imagino el sabor de este regalo de la naturaleza.
Una pared de bugambilias de varios colores se eleva desde el prado con pasto verde que invita realmente a acostarse en él y gozar el juego de expresiones de una belleza presente. Del lado izquierdo puedo mirar un conjunto de palmas cada una con un racimo de flor.
Como ya se asomo el sol y a cambiado la temperatura con lo cual se ha levantado un leve brisa, así en diferentes ramos hay un movimiento ligero.
Miércoles 11 de Marzo 2020
Que maravilla poder observar la gran variedad de las formas y tamaños de las hojas de la colección de plantas de ornato y arboles en este jardín. Empezando por la impresionante hojas de los plátanos que miden más de dos metros, además todo el conjunto tiene 60 brazos, lo cual destaca inmediatamente en la percepción de todo.
Las maiceras con su gran abundancia de hojas alargadas muy parecidas a las del maíz, dominan con su presencia basta un rincón. Ahora la gran cantidad de bugambilias con sus hojas pequeñas y saturadas de verde. Esto le da un fondo adecuado para que destaquen más los centenares de flores.
Más contrastes producen las palmeras con sus afiladas hojas que parecen desde aquí como parte de unos peinados. Destaca, también el grupo de platanillos con sus hojas muy ondulados y su corona de flores llamativas por su color.
Jueves 12 de Marzo 2020.
Estoy físicamente en un lugar muy central de la ciudad de Cuernavaca. Sin embargo mi campo de visión, a parte de mi propio marco de ventana no incluye ningún trazo de otra vivienda o construcción.
Si hay vecinos, que con sus jardines y árboles me regalan un panorama bellísimo todo los días.
Precisamente, esta barrera natural formada por la piñanona para cubrir la barda, cubre una gran parte de la base del cuadro. En el fondo más alto, un mango y un Xacalazuchitl floreado de rosa. Más arriba una línea de jacarandas floreando y haciendo la conexión con el cielo unos laureles inmensos.
Ahora que estoy escribiendo este ejercicio, puedo darme cuenta del gran regalo que integro todo los días en mi vida, al observar estas bellezas.
marzo 16, 2020 a las 3:25 pm #12237Gabriel Schutz
SuperadministradorEs interesante observar cómo en este texto se despliegan otras formas, otras posibilidades, como si tú mismo fueses esa hoja de plátano que se ha desenvuelto. El lenguaje es más rico, más sensual, hay metáforas, algunas imágenes son muy buenas y definitivamente vívidas. Sin conocer yo tu jardín, pude imaginarlo, casi diría, respirarlo, pude imaginarte a ti, en las primeras horas del día, la paz, el sentimiento de gracia (preciosamente expresado como “regalo tan elemental”), la gratitud, la belleza. Esta última, “belleza”, es una palabra que se repite y que de alguna manera embellece este texto, tan verde, tan vivo, con olor a savia. Creo que aquí hay un hallazgo o, en todo caso, una confirmación, que es el profundo valor de detenerse y contemplar. Porque la belleza sólo se muestra a aquel que se detiene y contempla, que es lo que has hecho. Se nota, claro, que tienes conocimientos botánicos (algo, supongo, muy alemán) y que disfrutas desde siempre de la naturaleza, pero aquí la palabra escrita lo transmite muy bien también.
Y hay algo más: la belleza que se deja ver, incluso cuando hay intervenciones humorísticas (como la de la falda hawaiana), no se ve perturbada por un “yo”. Es un poco lo que sucede con los haikus japoneses, esos poemas breves, de tres versos en métrica 5-7-5, donde el poeta se detiene y contempla, y capta en la modestia de un instante, aparentemente ordinario, un eco de la eternidad. Como en este haiku clásico de Matsuo Bashó:
Un viejo estanque.
Se zambulle una rana.
El sonido del agua.Allí el “yo” del poeta no interfiere. No hay menciones explícitas a lo que siente o piensa, un haiku siempre es muy objetivo, pero en esa descripción tan objetiva está fundida la sensibilidad del poeta. Algo así, me parece, sucede en los mejores momentos de tu texto.
Que este espacio de contemplación y sentimiento de gracia permanezca.
marzo 16, 2020 a las 3:27 pm #12238Gabriel Schutz
SuperadministradorPd. Una pequeña observación que me quedó en el tintero: “vasto” significa abundante, profuso; “basto”, en cambio, es “ordinario”, “vulgar”. En algún lugar hablas de la presencia “basta”, pero creo que has querido decir “vasta”.
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