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Sofia.
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septiembre 17, 2021 a las 7:45 am #15540
Sofia
ParticipanteEste curso me resulta particularmente difícil.
Entiendo haberlo abandonado en su momento con no sé qué excusa al llegar a la sección 1.7 “Ejercicios”.
Ahora al retomarlo, releo y escucho los vídeos con sumo placer, pero las preguntas me desconciertan. ¿Serán preguntas trampa? me digo. Porque finalmente todas ellas han de tener las mismas respuestas si me refiero a lo recién aprendido.
Todos los placeres catastemáticos se resumen en 5: Por una parte la ataraxia y la aponía y por otra el estudio, la filosofía aplicada al crecimiento personal y la amistad. Hay un sexto placer que hoy llamaríamos la práctica del mindfulness o experiencia de flujo que se experimenta con cualquier actividad que se haga con los 5 sentidos, totalmente entregado y concentrado y por supuesto sin espera de resultado. Fuera de estos 6 puntos todo es cinético.
De la ataraxia puedo decir que es un alto y noble objetivo y probablemente la antesala de la iluminación. Los mismos filósofos de la antigüedad reconocen que es un estado divino y yo me digo que realmente inaccesible al simple mortal, sumido en un cotidiano materialista. Pocos pueden permitirse una vida contemplativa o crear un jardín de Epicuro para filosofear con los amigos. Considero que ese jardín fue totalmente elitista. Probablemente Epicuro tendría esclavos a su servicio y entre sus discípulos nadie se discutiría por saber a quién le toca fregar los platos. Supongo que también esa reunión de buscadores de ataraxia tendrían sus dificultades ya que como sabemos el amor romántico en la Grecia antigua era para los varones y exclusivamwnte entre ellos. ¿Surgirían competencias, celos y envidias?Entiendo que el objetivo de liberarse del apego y de toda perturbación es loable y recomendable y que vale la pena tenerlo en el punto de mira en una vida con sentido y con la ambición de ser cada día mejor persona. Pero alcanzar el objetivo me parece poco realista y puede acabar convirtiéndose en un deseo cinético que causa más sufrimiento que satisfacción. En cuanto a la aponía, como bien dices Gabriel, es cosa de faquires y yo añado o de gurús totalmente iluminados. Podemos aplacar el sufrimiento y la neurociencia nos lo explica, pero la enfermedad y el dolor son inherentes a nuestra condición humana. Si logramos superar el dolor físico entonces ya no somos humanos sino dioses. Ser Dios o liberar el Dios que todos somos es una ardua tarea que parece utópica en la realidad cotidiana del siglo XXI.
El estudio y la filosofía aplicada sí me parecen placeres que puedan llegar a ser totalmente catastemáticos siempre y cuando sean observados y controlados porque si no es así pueden llevar a la avidez. Considero que hay placeres que se solapan en las dos categorías: si preparo un regalo de cumpleaños casero puedo tener un momento de placer catastemático realizando una manualidad artística y creativa que me mantenga absorta durante varias horas. Pero esa actividad tiene una finalidad: agasajar a un ser querido. Sí no recibo reconocimiento o al contrario recibo desprecio eso puede causarme sufrimiento. Supongo que se trata de estar siempre muy presente, consciente y estoico y dispuesto a recibir y aceptar cualquier resultado que la vida nos traiga.
También pienso en los momentos de disfrute cuando mi nieta me hace reír o cuando río con amigos. Es un disfrute instantáneo y espontáneo muy placentero, vivido intensamente que no me lleva a desear más, ni a buscarlo más, ya que ese placer reside precisamente en la espontaneidad.septiembre 18, 2021 a las 4:29 am #15541Sofia
ParticipanteSe me quedó en el tintero la meditación y la contemplación y seguramente no es casualidad.
Medito cada día mínimo 30 minutos desde hace varios meses. Expectativas ninguna. Placer, tampoco, la verdad. Siendo como soy mujer de acción, la contemplación me resulta aburrida y no me proporciona placer. Probablemente se trate de entrenamiento y perseverancia. Ahí voy!septiembre 20, 2021 a las 10:36 am #15542Gabriel Schutz
SuperadministradorHola, Montserrat.
He leído con interés tus líneas, que por supuesto agradezco, pues favorecen un debate enriquecedor. Comentaré algunos puntos.
Realmente los placeres catastemáticos son sólo dos: la ataraxia y la aponía; todo lo que mencionas entra dentro de estas dos categorías, particularmente de la primera. Mindfulness, que no es sino una versión secular, un poco banalizada, de la antigua práctica budista basada en el Discurso sobre los fundamentos de la atención plena, es quizá la llave de todo esto, pues cuando la atención está absolutamente enfocada, como cuando preparas el regalo casero para tu nietita, cuando la atención es plena, entonces nada perturba y en eso consiste el placer de la ataraxia. Es complejo porque, al ser la a-taraxia/im-perturbabilidad, una categoría negativa, es decir, precedida por un sufijo de negación, no deja ver con claridad el aspecto positivo del placer. Esto es parte del carácter polémico de la teoría epicúrea del placer. Pero creo que tú misma puedes atestar la existencia de esto en los ejemplos que mencionas. Que es difícil y que las condiciones del mundo actual no lo favorecen, es cierto, pero depende mucho de uno insistir. Se trata de cosas realmente simples, que tienen más que ver con una disposición mental totalmente receptiva, atenta, concentrada, sensible, que con actividades específicas. Tú amas el campo, o eso creo, la naturaleza, etc., y no puedo no pensar que ese amor deriva del gozo, del placer catastemático, que te da la contemplación de la naturaleza, así sea caminando, corriendo o andando en bicicleta; no se trata forzosamente de una contemplación totalmente estática.
En cuanto a Epicuro, del jardín sabemos poco, pero no creo que haya sido algo elitista en absoluto. En primer lugar porque, contrario a las costumbres de la Grecia de ese tiempo, Epicuro aceptaba en el jardín a esclavos y a mujeres (él mismo vivía con dos), y no para esclavizarlos o someterlos, sino para vivir una vida entre iguales, libre, y sumamente austera. No había lujos allí, por lo cual no me parece algo elitista, sino una decisión valiente de vivir con lo básico, bastarse con eso y disfrutar de las cosas esenciales de la vida, entre ellas, claro, aprender, estudiar con amigos/as, vivir una vida sencilla pero sin carencias (a diferencia, quizá, de una vida llena de cosas, pero con la permanente sensación de que algo falta).
En cuanto a la aponía, no se trata de un estado de divina indolencia, sino del estado elemental en el que hay salud y las necesidades corporales están atendidas. Por supuesto que, cuando se cae enfermo, no hay aponía, pero Epicuro simplemente habla de la condición ordinaria de un cuerpo sano y atendido, sobre todo, como una precondición de la ataraxia. Es algo que todos experimentamos, pero no siempre estamos conscientes del valor de eso. En parte, todo esto busca enfatizar y concientizar el valor de que no te duela nada de manera intolerable.
En fin, no sé si estas líneas sean de ayuda, y mi interés no es defender a Epicuro a cualquier costo; entiendo que su teoría supone una austeridad difícil de lograr, sobre todo en un mundo tan olvidado de este tipo de valores. Pero, precisamente por eso, es bueno darle voz a aquel filósofo y explorar, de la manera más vívida posible, sus ideas. En el fondo, sólo se trata de eliminar el sufrimiento evitable.
septiembre 20, 2021 a las 11:29 am #15543Sofia
ParticipanteCreo que el mundo actual nos va a llevar a algunos a ese jardín. Algo bueno ha de tener esta situación!
Gracias por tus aclaraciones, siempre certeras. -
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