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Gabriel Schutz.
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junio 30, 2020 a las 6:49 am #13540
Agustin Emmanuel Espinosa Bataz
Participanteo Primavera: Grandes contrastes.
Ya en retrospectiva, es bastante triste reconocer que en mi primera época de vida, fue aquella en la que más consideré abandonarla antes de tiempo… Salones de clase hostiles, problemas familiares de los que me enteré hasta años después -para protegerme, decían- pero cuyas consecuencias viví sin saber por qué. Mucho rechazo y soledad. Un deseo terrible por ir a mi pueblo a pasar tres días de risas y alegría con mis primos, y un nudo en la garganta reprimido todo el camino de regreso. Rupturas de corazón y finalmente, aprender a no sentir ya… Mucho dolor. Luego… el deporte como redención y constructor de una endeble (pero mejor que inexistente) autoconfianza. Amigos que en ese momento no sabía, pero resultaron ser hermanos de vida hasta hoy. La música y los libros como la mejor ruta de escape que pude desear. Un perro llamado Max y otro llamado Sax. Las mejores navidades y vacaciones con mis primos. Unos papás que -sin dimensionarlo en ese momento- se desvivían por que mi hermana y yo estuviéramos lo mejor posible… Mucho agradecimiento.o Verano: Empezar tarde es mejor que no empezar.
Esta etapa me recibe con la muerte de muchos seres queridos, una ruptura de corazón tremenda, y la pérdida de amistades. Descubrí, en el proceso, que los pocos amigos que tengo son reales y meterían las manos al fuego por mí; al parecer no tengo que estar sólo. Primeros encuentros carnales y amorosos: ser víctima, victimario, ganador, perdedor, decidir que no quiero que el amor sea un juego de estrategia y tirar el tablero a la basura, encontrar una pareja con la que no jugar ajedrez, sino construir cosas juntos. Desaprender a no sentir: llorar en abrazos grupales, llorar en la escuela, llorar en terapia, ¿llorar viendo una película -en serio, me sorprendió cuando pasó-?, llorar cuando me dicen que me quieren y luego llorar por que me da pena que me vean llorar… hombre, ¿cuánto llanto tenía guardado? Después, atreverme a escribir, atreverme a rapear, atreverme a presentar escritos, atreverme a ser un poco más yo mismo (previo aprendizaje de que no tenía idea quién era ese tal “yo mismo”). Aprender a recibir cumplidos y a no vivir con la espada desenvainada. Experimentar: emociones, lecturas, alcohol, comida, sexo, viajes, psicodélicos, desvelos, trabajo excesivo. Aprender que las cosas no son inherentemente malas, sino cómo se realizan. Un montón de proyectos y semillas sembradas aquí y allá, como la ardilla que entierra bellotas que muchas veces olvida, pero de las que, con suerte, pueden brotar árboles. Me tardé mucho en agarrarle el gusto a vivir; me tardé aún más en agarrarme el gusto a mí mismo. Pero bueno, más vale tarde… Mientras más floto, mejor nado.o Otoño: “No saber”
La postura del “no saber” es un postulado que propone la escuela de terapia colaborativa, y consiste básicamente en que el terapeuta abandone la idea de ser el experto que diagnostica, etiqueta y sabe las “fórmulas” para llevar al bienestar al otro, en favor de verse como un acompañante de conversación, con el que construir y explorar significados a partir de una curiosidad genuina por el discurso del otro, ya que cada persona es experta en su propia historia de vida -de ahí el “no saber”-. Explico esto como contexto, ya que considero que el Otoño se caracterizó como una época para seguir siendo curioso, e ir integrando las experiencias previas con el aprendizaje de nuevas. Logré mantenerme flexible y coseché muchos de los frutos que fui sembrando en el verano; hubo proyectos fallidos, pero nada pasó sin dejar un aprendizaje. Por fin exploré mi faceta como docente: estoy dando algunas clases sobre temas relacionados a la escritura y mi carrera -psicología-. Mantuve los mismos amigos, y añadí un par más, pero sabiendo que, como un coach de fútbol americano nos dijo: “mis amigos son como mis cabellos: pocos, pero bien peinados”. Hubo pérdidas de seres queridos, pero nunca dejé a ninguno sin que se supiera querido por mí: eso me ayuda a mantenerme en paz respecto a ello. En general, en esta época me sentí más seguro de mí mismo que nunca, y aunque las emociones ya no sean tan explosivas y arrebatadas como antes, las percibí más en profundidad y con todas sus sutiles notas.o Invierno: No es necesario unir los puntos
Ahora en mis últimos días, intenté por un momento el escribir todas mis memorias hallando una secuencia lógica; sin embargo, ningún relato puede encapsular la totalidad de la experiencia humana, por lo que no sólo es imposible unir los puntos que den orden a mi vida, sino que es innecesario. Más que un camino inamovible, me gusta considerar mi historia como las “estelas en la mar” de las que se habla en aquella canción. ¿Existe una vida posterior a ésta? Si sí, no me voy con miedo, pues sé que he intentado hacer las cosas bien; si no, pues ni me daré cuenta, por lo que ese es un tema que me tiene sin cuidado. Hago chistes sobre eso, y mi esposa se ríe (en serio amo haber encontrado a alguien con este humor un poco siniestro: la mejor pareja es aquella con la que más carcajadas sueltas). De pequeño, pensé que, al ser un viejito de barba blanca, sería sabio y conocería todo lo que debería conocer. Afortunadamente estaba equivocado, pero espero que mis historias y anécdotas ayuden o entretengan a quien se las transmita. No estaría mal vivir por más tiempo, pero si me toca irme hoy mismo, creo que estoy en paz._______________________
Para cerrar, quisiera añadir el fragmento de una canción que estoy oyendo en este momento, y creo que resuena con el tema:
“Qué extraña la vida:
Siempre igual, y siempre distinta
Nacimiento y muerte son uno,
Como el espectáculo del crepúsculo:
Ósculo de la luz con lo oscuro
Eres el sol, la luna, eres Jesús, eres Buda
Eres tu madre… alguien… todo… nadie.”
-Rafael Lechowski (Contra el Yo)julio 1, 2020 a las 12:05 pm #13622Gabriel Schutz
Superadministrador¡Hermosísimo texto! Lo disfruté tremendamente. Describe el arco de una vida bien vivida, que no ha quedado sujeta por aquella falacia de “infancia es destino”, sino que ha sabido desenvolverse con valentía, con amor, con curiosidad, con sabiduría. Me gustaron mucho todas y cada una de las estaciones, clarísima y contundentemente caracterizadas, y con la virtud de ser enteramente consistentes, verosímiles; digo esto porque asumo que no estás aún ni en el otoño ni en el invierno (creo que tienes menos de 40 años), pero has proyectado estas etapas con gran claridad. No es poco tener una idea más o menos diáfana de hacia dónde quiere uno apuntar la proa.
Me interesó mucho el asunto del no-saber, porque suena absolutamente socrático y yo mismo trabajo de esa manera cuando doy acompañamiento: lo que me compete es intentar ayudar a parir al otro lo que tenga que parir (o eventualmente a parir juntos algo).
Te felicito por el hermoso proceso que has hecho aquí. Muchísimas gracias por participar en este taller.
Como en el de estoicismo, si te nace hacerlo, si te resultó provechoso el curso, quisiera pedirte que dejes un review. Te recuerdo que las endiabladas estrellitas azules tienen la mala costumbre de modificar su cantidad si uno les pasa el mouse por encima, así que, en caso de dejar el review, asegúrate que la cantidad de estrellas sea la calificación que quieres darla al curso.
Muchísima suerte con tus novelas y proyectos literarios, y también, por supuesto, en todo lo demás.
Ten salud, seguimos en contacto, un abrazo, Agustín.
julio 3, 2020 a las 1:32 am #13670Agustin Emmanuel Espinosa Bataz
Participante¡Muchas gracias! La verdad es que creía no tener mucha claridad respecto a las cosas que me gustaría que hubiera en el futuro, mientras escribía me sorprendí… Sobre lo de la terapia, la autora principal de ese enfoque se llama Harlene Anderson; hay un texto que creo que sí está en internet, que se llama “Mitos sobre el no conocer” (Myths about not-knowing) donde explica muy a detalle esa idea, por si te llama la atención leer algo al respecto, es muy interesante.
Claro, la verdad es que me ha encantado, ya dejé la review 😀 y sí, están engañosas las estrellas, si no me hubiera fijado, se hubiera quedado en 2…
Oye, una pregunta sobre el 3er curso que hay en esta página: leí tu artículo sobre kairología en el contexto de la pandemia, así como la “presentación” del curso, me llamó mucho la atención pero la verdad es que no me termina de quedar claro qué se hace en ese curso, ¿podrías comentarme? Para considerar meterme, la verdad es que me han parecido geniales ambos cursos, por eso pregunto.
¡Gracias por todo y un abrazo!
julio 3, 2020 a las 9:18 am #13671Gabriel Schutz
SuperadministradorQué bueno leer todo esto, Agustín, muchas gracias. Me alegra mucho que este curso también te haya gustado. Muchas gracias también por el generoso comentario y por la referencia de Harlene Anderson, el tema me parece importante y, como te decía, yo trabajo desde ahí (e intento, hasta donde puedo, vivir desde ahí). Hay un texto interesantísimo sobre el no-saber, pero religioso (no sé si sea tu tirada), escrito por un místico inglés del siglo XIV, de nombre desconocido. Si estás muy por fuera de lo religioso, supongo que es difícil sentirse cómodo con esa lectura; yo, que no vengo de familia católica, batallé un poco con todo el lenguaje sobre María y Jesús, pero si uno logra atravesar esto y verlo en calidad de símbolos (podrían ser, lo mismo, Shiva, Krishna, los Buddhas y boddhisattvas, etc.), el texto es genial. Se llama The Cloud of Unknowing y es precisamente sobre la relación con Dios (podría decirse con lo numinoso) a través de esa nube, esa opacidad imprecisa, ese no-saber. Está en pdf en inglés, pero es un inglés antiguo, puede ser pesado. En español lo publicó Herder.
En relación al curso de kairós, tiene mucho que ver con el no-saber y empieza, precisamente, por ese lugar. Apenas lo voy a grabar en un par de semanas (es toda una logística). El de kairós estará “al aire”, supongo, hacia el mes de septiembre, si todo va bien. Kairós es la idea griega de intuir el instante oportuno, la ocasión propicia. Es una sabiduría intuitiva y el curso recorre algunos aspectos de esta sabiduría, en Occidente y en Oriente. Las preguntas que se abordan son, entre otras: ¿cómo captar la ocasión propicia? ¿Qué tipo de conocimiento es éste? ¿De qué es tiempo ahora? ¿Qué recursos pueden ayudar en este tipo de intuición? Bueno, supongo que no es lo más claro del mundo, pero quizá esto tenga que ver un poco con la naturaleza misma del kairós, que es opaca y surge de ese no-saber primordial.
Antes del curso de kairós, voy a subir otros dos cursos que ya he grabado: uno sobre la ira (manejo de la ira) desde el estoicismo y el budismo, y otro sobre los placeres y los deseos (buen uso de los placeres y deseos), desde el estoicismo y epicureísmo. El primero estará listo en un par de semanas, calculo y el segundo, en un mes y medio. Por si te interesan.
Gracias a ti y un abrazo de vuelta.
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