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  • #12749
    Daniel Granados
    Participante

    Comencé mi registro por la mañana, intentando analizar qué podría existir en el día que perturbara mi ecuanimidad. Me llevó unos minutos encontrar que sería la sesión con un paciente en línea. Encontré algo de preocupación y ansiedad (2 de 10 se podría decir), ya que es un paciente impulsivo y de pronto se me vino a la mente que podría abandonar la terapia si yo no decía las palabras correctas (dispreferido). Hice el análisis sobre “buscar evidencia sobre esta suposición”, algo que había dejado en el pasado porque encontré otra forma eficaz (al menos para mí) para abordar el sufrimiento –a través de la atención plena (preferido); pero pensé que sería interesante retomar este otro abordaje y observar si hay alguna diferencia. Así que, esto fue lo que registré:
    Analicé lo que depende de mí, como las palabras que le diré al paciente; y lo que no depende enteramente de mí: la personalidad del paciente y la motivación que podría tener (entre otras cosas). También observé que al pensar sobre lo que depende y no depende de mí, la ansiedad y la preocupación estuvieron por más tiempo, fue un hallazgo interesante porque estaba acostumbrado a no darle tantas vueltas, sino a dirigir mi atención al presente, tener una reflexión atenta más que inatenta (soy estudioso de Budhismo Theravada, para poner un poco el contexto), y también entiendo que cualquier emoción desagradable es impermanente (anicca), por lo que solo la acepto y noto como se diluye mientras más la observo. También encontré en mis pensamientos un “deber”: que debería hacer mi tarea bien, por lo que observé que aparecieron patrones disfuncionales previos, de querer sobresalir.
    Por la noche, después de que vi al paciente, naturalmente no fue tan terrible como pensé (en relación a lo que yo diría), pero sí que existieron dificultades de tipo tecnológico: Se cortó la comunicación, de pronto no lo veía, no nos escuchábamos, etc. No obstante, al final del día no depende de mí, aunque no sé si el paciente lo vea así y puede que abandone la terapia. Generalmente no me ocasiona un malestar mayor, pero este tiene un poco más de peso porque es el hermano de una amiga cercana.

    #12813
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Hola, Daniel.

    Siendo tú un practicante del Theravada, tienes entonces ya muchas herramientas. En los estoicos encontrarás algunos complementos, aunque las bases son muy similares. En cierto modo, los tres venenos (avidez, aversión e ignorancia) representan aproximadamente el mismo tipo de causas de perturbación que identifican los estoicos. De ahí que sea tan importante, en las dos tradiciones, la ecuanimidad.

    Algo que yo he descubierto, como estudioso y practicante del theravada (aunque hace algunos años ya más metido en el zen), y como estudioso y practicante de estoicismo, es que, si bien la atención plena, la contemplación del surgir y cesar de los fenómenos, incluidos, claro está, los fenómenos mentales, es de una efectividad incontestable, a veces no basta, o más bien, no basta en el corto o mediano plazo, sino que toma mucho tiempo observar-sin-alimentar cierto asunto que nos perturba para que, al cabo, éste muera de inanición. La distinción entre lo que depende y no depende de uno ofrece un razonamiento que es como un atajo en este sentido. Tú puedes observar cómo se levanta la ansiedad ante la posibilidad de que un paciente renuncie y, por el reflejo que has desarrollado, no dejarte arrebatar, sino, de inmediato, como se dice en el zen, “dar un paso hacia atrás”. Tomas nota: “Hay preocupación, hay ansiedad”, le permites manifestarse y, finalmente, la preocupación y la ansiedad, como todo, remiten y se desvanecen. Si la práctica es profunda, esto es de una contundencia total e inmediata. Pero si la práctica, en ese momento, no es totalmente fuerte, eso que se desvaneció regresa una y otra vez (la observación no fue lo bastante atenta o plena), quizá más tarde, quizá después de la sesión, o en la noche, antes de dormir: “¿Renunciará el paciente?”. Y claro, uno puede en todo momento observar el surgir y cesar de los estados mentales, pero cuando hay un “objeto” que no remite fácilmente, ahí (y no sólo ahí) el análisis de lo que depende de uno o no, se vuelve una herramienta poderosa. Si uno logra tener total claridad sobre esto (claro, también aquí la práctica debe refinarse y ser profunda), entonces, incluso en situaciones dispreferidas (lo que mencionas sobre los problemas técnicos), se puede “descansar”, establecerse sobre aquello que ha dependido de uno, siempre que uno lo haya hecho con una disposición de excelencia. Como ves, tampoco aquí se trata de establecer un diálogo con el estado mental, de intentar averiguar sus causas, de investigar en el pasado personal, nada de eso, es sólo desarrollar ese otro reflejo de “depende de mí o no” y actuar en consecuencia, al modo como ya has desarrollado el reflejo de la atención plena.

    Espero de todo corazón que el curso te sea de ayuda y complemente bien tu práctica en el Dharma.

    Estoy aquí para apoyarte en lo que esté en mis manos.

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