semana 1.

[Irlanda]

Día 1.
Perdí el rumbo de mi vida o mi vida cogió un rumbo indescifrable.

Día 2.
– En una revista leí la primera ley del movimiento de Newton, pensé que la causalidad sin elementos morales es la más explicativa.
– Me gusta la palabra “trayectoria”, desviar la “trayectoria”.

Día 3.
– Ayer fui a la ciudad, la extraño.
– Desde la ventanilla del autobús las flores amarillas parecen un edredón en el que me gustaría recostarme.
– He estado abusando del alcohol. ¿Es eso un juicio? entonces, últimamente bebo más de lo que hallo disfrutable.

Día 4.

A veces siento que mi tiempo es la prisa, que el cansancio es mi cuerpo, que la desesperación mi carácter.
Es temporal, me dicen.
Si es temporal, mi pregunta es ¿Cuándo?
mi pregunta es ¿cómo?

Día 5.

Casa.

[Gabriel Schutz]

El arco que va del rumbo perdido o indescifrable, del primer día, hasta la prisa, el cansancio y la desesperación del cuarto, parece describir, en principio, una especie de meseta o estancamiento, en medio de la cual aparecen la nostalgia y el asunto con el alcohol. Y sin embargo, en ese mismo cuarto día también aparecen las preguntas, y en el quinto, la casa. Es verdad, no dice “Hogar”, lo que daría un matiz de calor y quizá satisfacción, dice “Casa”, pero esto contrasta con todo lo anterior, donde se tiene o yo tengo la impresión de una intemperie casi desértica.

Lo otro es que el hecho de que haya preguntas implica, necesariamente, la apertura de algo. Cuando uno/a emite un juicio, X es Y, decreta en cierto modo el ser de algo y lo clausura, mientras que, cuando hacemos preguntas, abrimos algo: ¿cuándo y cómo termina este periodo de prisa, cansancio, desesperación y rumbo extraviado? Cuándo es imposible saberlo, pero cómo es una pregunta provechosa. Intentaré en lo que sigue alentar otras preguntas, abrir posibilidades para mirar la situación que describes.

¿Qué es lo que da un rumbo? Parece que es un cierto destino, una meta, propósito u objetivo. ¿Has perdido el rumbo porque los propósitos que alguna vez te trazaste ya no son significativos para ti? Si es el caso, si has perdido el sentido que anima tu andar, es importante identificarlo como tal. A menudo esto es lo que se llama depresión: haber extraviado el sentido que nos animaba o haberlo agotado. No tiene por qué ser lo que te sucede a ti, pero puede ser el caso y es preciso reconocerlo. ¿Hay algo de esto en tu haber perdido el rumbo? Piénsalo con calma, sin querer llegar a una conclusión rotunda de inmediato y no des por buena ninguna hipótesis que no te resulta claramente veraz.

La prisa, ¿tiene realmente un fundamento? Prisa, cansancio y desesperación parecen constituir una especie de configuración: se vive con prisas, entonces uno/a se cansa, no hay reposo (no hay dónde descansar, no hay un fundamento donde apaciguarse), la prisa persiste, el cansancio se redobla y esto, a la postre, es, por supuesto, desesperante. Pero la prisa, ¿por qué? ¿Adónde hay que llegar con premura? ¿Es una prisa que tiene alguna clase de fundamento “objetivo” o es una prisa que crea tu propia mente? Y si lo último, ¿por qué? ¿Para qué? ¿Corres por obtener algo o huyes de algo en ese presuroso andar a las corridas? ¿Y es genuino eso que persigues o, quizá, aquello de lo que huyes?

Todo esto CESA cuando hay un fundamento genuino que nos sostiene, donde podemos reposar; un lugar seguro al que podemos ir y descansar. Ese es el edredón de flores amarillas que quizá debes encontrar o acaso empezar a reconstruir.

Estoy aquí en lo que pueda apoyarte.

[Irlanda]

Agradezco tus palabras y atenta lectura, Gabriel.

Con prisa y sin rumbo, ¡qué calamidad! Pero esa es la sensación que me acompaña los últimos años. Por momentos lo único que me consuela es la certeza de que esta vuelta es temporal y que retomaré el camino, más tarde que temprano. Por ahora solo hay preguntas y el deseo de un edredón de flores amarillas.

Seguimos… y gracias.

I.

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