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  • #13013
    LauraR
    Participante

    13 de mayo:Me hace sentir un poco de remordimiento que la satisfacción personal siempre implique, en su diferencia específica, cierto grado de egoísmo solitario y discriminante (me va bien), pero es mejor sentirse pleno a sentirse miserable y eso no hace a nadie peor persona, porque (de serlo) sería pedirles que sean miserables y eso es terrible (irónico porque la satisfacción individual de otros llega a ser molesta, pero es mejor sentir envidia sana).

    14 de mayo: Me he hecho de tantas comodidades y placeres que me cuesta trabajo ponerme en el lugar del humano apasionado y heroico (como el de los libros) y siento que no entiendo las emociones humanas, y no sé si ello implique que me he vuelto ahora menos humana entre más comodidades.

    Me pregunto si, de llegar a la vejez, llegará a ser mi vida menos llena de sentido y más superficial y necia, o lo está siendo ahora en comparación al ayer, pero sinceramente no me veo cambiando nada en lo más mínimo significativamente, a no ser de residencia (eso algún día me vendría bien).

    15 de mayo: A veces ser maestra me hace sentir que creo tener la razón en todo, todo el tiempo, incluso cuando no quiero ni admito ni presumo de tener la razón, sino es más una cuestión existencial (que a veces parece de vida o muerte), debo de recordarme que sólo es un método y según otros hay mil métodos más y eso es lo que nos hace fantásticos y a la vida interesante.

    A pesar de que la situación de otros puede ser difícil, es mejor medir el tiempo que les dedicaré, porque es deber de todos ser conscientes de los límites y capacidades (de otros y de ellos) Y trabajar sobre ello, no sólo querer salir de un hoyo ¿Existe algo a lo que le dedicaría mi tiempo desmedidamente sin importar los resultados o las consecuencias? (Suena cruel pero es verdad)

    Si fuese fácil borrar la incertidumbre entre la imagen mental y el concepto ¡me quedaría sin trabajo! Pero me alegra que mi trabajo y formación me hayan dotado de tal espontaneidad sin grandes huecos, que hace a las palabras fluir como la marea, sin ningún obstáculo.

    16 de mayo de 2020
    ¿En qué consiste la originalidad si no en aquella determinación específica que adquieren cualquier cosa o concepto y que es ajena a todos los demás? Aunque absurdo, la experiencia del mundo más simple podría llegar a ser original. Entre ese “poder” y “ser” original existe una distancia que cada uno debe de recorrer. Y, si fuera un filósofo quien escribe, diría que es una labor ardua y pesada. Incluso, como acostumbra la meritocracia de la contemporaneidad, parecería que cada uno debe de recorrer esa distancia ardua y heroicamente para alcanzarla, como regularmente nos exige la vida y el entorno social que deben de ser alcanzadas las metas. Ahora todo tiene la etiqueta de tener que ser difícil. No hay que ser así de ingenuos. ¿En realidad existe esfuerzo sobrehumano en el pensar (para llegar a ser original como se reconoce comúnmente que lo es un artista reconocido o algún excéntrico famoso)? Da Vinci, por ejemplo, ni siquiera era original. Sus pinturas rayan en lo ordinario (eran puros estudios, retratos y bocetos). Tal vez pretendió ser original con sus inventos, pero sus pinturas no lo eran. Y, aún así, se le reconoce como tal y existe algo, al momento de ver lo que pintó, que parece clamar su nombre desde el interior (como un poder hipnótico). La realidad es que creo que esa misma originalidad está en todos nosotros y que, de pensar como algo lejano o plantearse un distanciamiento enorme entre ella y nosotros, en realidad nos será un objetivo inalcanzable, lleno de obstáculos e insatisfacciones. Es como un autosometimiento a la insatisfacción. ¿Se quiere ser original? (Ser reconocido o aplaudido) ¿o se quiere tener una experiencia de la originalidad? ¿No es que todos deseamos (en cierta medida) sentirnos individuales y únicos? Aquel lugar en el que se posa la mirada es una experiencia original si se escucha atentamente a cada estado mental y, también, si se comprende cómo nuestras experiencias pasadas y estados internos determinan en gran medida cómo comprendemos aquel “Estar ahí” (como Da Vinci). Entre más consciente se sea de aquellas determinaciones específicas y de la individualidad de aquella experiencia (aquello soy yo, así, por esto) más auténtica y placentera parecerá la experiencia, básicamente reconocer que hay modos en que “yo” prefiero “estar ahí”, o no lo prefiero (sea la experiencia que sea) y éstos se presentan en nosotros sin ningún tipo de obstáculo o distanciamiento pero difícilmente lo notamos!! Por costumbre de la vida ordinaria

    Día 5: Deliberación(no des-exasperación)

    #13038
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Bueno, el texto aborda muchísimos asuntos. Voy a comentar sólo algunas cosas.

    Los primeros cuatro días hay deliberaciones (la palabra final) polares y un cuestionamiento acerca de si realmente hay esa polaridad. Por ejemplo, egoísmo vs. felicidad, comodidad vs. heroismo, generosidad (con el tiempo) vs. reconocimiento de límites.

    ¿Es posible que la felicidad implique egoísmo? ¿En qué sentido de egoísmo? Si es en el sentido de la firme creencia en un ego substancial, ahí puede haber un obstáculo a la felicidad (EL obstáculo a la felicidad) para algunas tradiciones antiguas; si por «egoísmo», en cambio, concibes simplemente dedicar un tiempo al cuidado de sí y poder encontrar una satisfacción razonable, que no genere apego, con respecto a los logros personales, no tiene por qué haber una disputa con la felicidad.

    De la misma manera, si por comodidad entendemos un estado de satisfacción tan profundo que no haya nada que perturbe (eso sería estar auténticamente cómodo, quizá), la conquista de esto implica, creo, un cierto heroísmo. Si es un simple aburguesamiento que adormece las preguntas y obra como un anestésico o un chupete, definitivamente eso lleva a un estado de torpor.

    En cuanto a la originalidad, hay una intuición sumamente interesante en la idea de que «aunque [suene] absurdo, la experiencia del mundo más simple podría llegar a ser original». ¿Por qué absurdo? ¿No está el universo reinventándose todo él a cada instante? ¿No es cada instante, en el sentido más estricto, una novedad absoluta? Dices bien al apuntar (si es que yo interpreto con justeza tus palabras) que entre poder experimentar esto y experimentarlo de hecho media una cierta labor. Quizá esa labor sólo puede consumarse cuando se abandona, precisamente, toda intención deliberada de «llegar a ser» original y se le permite a esa «naturaleza original», incondicionada, expresarse, obrar sin que la entorpezcan nuestros deseos, temores, pensamientos o afanes. Quizá eso que se percibe en Da Vinci o en otros grandes artistas, no por su fama o reconocimiento (aunque esto puede predisponer la percepción), sino por esa cualidad inefable que tú describes como un poder hipnótico, no sea sino la diferencia específica, la expresión de esa originalidad originaria (la redundancia es deliberada) a través de una forma individual. Quizá, por último, todo eso sea justo esa «espontaneidad sin grandes huecos, que hace a las palabras fluir como la marea, sin ningún obstáculo».

    El puritito Tao.

    #13059
    LauraR
    Participante

    😀 gracias profe, voy a ver por ahí a ver qué escriben sus demás alumnos, si no es problema x:

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