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Gabriel Schutz.
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mayo 18, 2020 a las 6:57 pm #13036
Agustin Emmanuel Espinosa Bataz
ParticipanteDía 1.
¿Estoy más sensible?, ¿o es que antes no me dejaba sentir?Día 2.
Un amigo me escribió: “tu canción me ayudó a salir de una tormenta”.
Suspiro y pienso que todos podemos ayudar a que alguien más encuentre el norte.Día 3.
Ojos abiertos, ojos cerrados.
A veces, fragmentos; a veces, unidad.
Mientras más floto, mejor nado.Día 4.
Soñé que, en medio de una pradera, había torre de varios pisos de alto. Al subir, podías decir “llévame a X tiempo atrás”, y aparecerías en el pasado. En mi sueño, no era yo: era otro “personaje”. Aunque no conocía su historia, podía sentir un gran remordimiento y tristeza, lo que me motivaba a pedirle a la torre “llévame a diez años atrás”. Sin embargo, una década en el pasado -según la cronología de ese mundo onírico- la torre aún no existía. Por ello, tras regresar los años, simplemente me precipitaba hacía el suelo, despertando cuando choqué con él. Me quedo reflexionando que no me gustaría volver en el tiempo -¿y si, al hacerlo, cambiara algo importante y dejara de ser “yo”?-, aunque a veces me encantaría detenerlo, que no fuera tan rápido. Es curioso que, justo ahora que el tiempo está aparentemente detenido, me sobrevenga una gran inquietud por el futuro. En fin, al menos por hoy, tengo todo cubierto… hay que buscar que mañana, igual.Día 5.
Posibilidad.mayo 19, 2020 a las 4:11 pm #13040Gabriel Schutz
SuperadministradorLa máxima del tercer día, «Mientras más floto, mejor nado» es tan justa, tan real, que el sueño del día siguiente vine a traer una especie de confirmación inconsciente (o desde el inconsciente). La torre se levanta en medio de una pradera, una especie de llano, como un eje vertical, que es el eje simbólicamente asociado al tiempo (así como el eje horizontal se asocia, en el simbolismo de las tradiciones primordiales, con el espacio, en este caso mucho más literalmente manifiesto a través del plano de la pradera). La intersección de la torre y la pradera, el tiempo y el espacio, es el aquí y ahora. En tu texto no se dice que la torre prometa algo, se dice que uno puede subir (un ascenso) y decir: «Llévame a X tiempo atrás». Cuando eso sucede, el ascenso se revela fallido, porque propicia una caída. Ahora bien, este movimiento de querer salir del tiempo está motivado por remordimiento y tristeza. Se diría que diez años atrás, en la temporalidad del sueño, como bien señalas, sucedió algo que re-muerde (vuelve a morder) y la torre trae consigo la ilusión de poder hacer algo al respecto (no se dice bien qué, si viajar al pasado para borrar el evento que causa ese malestar, si para anticiparse, si para reparar el daño…). El sueño, sin embargo, es implacable: la solución no está en ir al pasado, eso sólo implica un darse de bruces contra el suelo, porque de lo que se trata es de flotar en este tiempo flotante, hecho de instantes completos, totales, absolutos, que se suceden como un flujo, precisamente como un río.
Cuando la mente, sea en un sueño, sea en la vigilia, se sale de ese aquí-ahora, uno empieza a ahogarse, sea por los remordimientos del pasado, sea por las inquietudes del futuro. Flotar es la gran posibilidad que ofrece el tiempo, cuya naturaleza es, precisamente, flotante (en el budismo zen existe una expresión para hablar de la evanescencia del mundo fenoménico: ukiyo, literalmente, «mundo flotante»).
¿Dónde está ese yo que podría ser cancelado en caso de manipular un evento importante del pasado? ¿Dónde, aparte de en ese punto incesantemente brotante, incesantemente flotante?
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