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Juan David.
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abril 22, 2023 a las 9:52 pm #16004
Juan David
ParticipanteProfesor Gabriel, buenas noches. Cordial saludo. Voy a dejar la escritura de los cinco días. Pero, sin olvidar el parámetro de las 700 palabras, me gustaría pedirle el favor de que elija solo dos días para leer. Los que desee. Muchas gracias por todo.
Día 1. 5.52pm
Se siente inusual esto. No es frecuente que me siente frente a la ventana, y menos a correr la cortina. Es como si la cortina marcara una distancia entre el mundo, la gente y yo. A veces es por el hábito de la privacidad, pero mientras estoy acá sentado, pienso que puede ser para evitar que me vean, y que digan algo, o que me vean raro. Al poco tiempo me percato de lo desacertadas que son esas razones.
Mientras contemplo la ventana, y miro a través de ella, siento una sensación nueva o distinta, como cuando observo a la naturaleza. Es algo agradable, reconfortante, relajante.Veo casas de más de 3 pisos, lo que me hace recordar mi infancia con algo de nostalgia, pues cuando era niño las viviendas eran más bajitas, lo que me permitía ver la puesta de sol, el horizonte donde tierra y cielo se encuentran y las nubes con toda su majestuosidad. Hoy ya no es posible.
Ya en penumbra, enciendo la luz, y retorna ese pensamiento de “y si me ven, ¿qué tal digan que es raro que esté en la ventana?” Pero pienso que eso es darme mucha importancia, o dársela a la gente sobre mí. Y ¿qué si estoy acá, mirando, escribiendo? ¿acaso debo sentir pena?
Siento en mi corazón un cosquilleo, como cuando alguien se encuentra con algo nuevo, potente. Me hace sentir como un niño, a la expectativa, presto al mundo desplegado ante mí. Pero pienso en si ¿acaso vivo en mi habitación con tal monotonía que ir a otro sitio me hace sentir extraño?… Creo que tal vez sí. A veces habituarse a las cosas nos va inmovilizando, trastornando el devenir.Anochece. Miro el cielo nublado, adquiriendo un tono azul-grisáceo oscuro, y me encanta. Es muy bello. La noche les infunde una capa azulada a las fachadas, lo que percibo como la omnipotencia de la vida, lo natural, del mundo y su luna.
Pero de día es igual, ¿no?. O eso siento. Parece que en nuestras habitaciones tratáramos de evadirnos del mundo, y de dominarlo: porque si hay mucha luz solar, cierro la cortina; si anochece, prendo la bombilla; si hace calor, abro la ventana, y si hace frío, la cierro. Este es mi hogar, pero ¿hasta qué punto este nos aleja de la vida? ¿hasta qué punto al resguardarnos dejamos la interacción con el exterior? Poco me dedico a contemplar las estrellas, la luna y el sol. Quizá nuestros antepasados vivían más vívidamente la naturaleza, en toda su magnificencia.Día 2. 6:57pm
Abro la cortina. Es de noche ya. Lo primero en que estuve fijado era en si había alguna persona cerca. Pero he decidido restarle importancia a ello.
El mercado del frente tiene su entrada principal frente a mí. Identifico lo colorido de las frutas y verduras, que hace juego con el verde vivo de los estantes. Me transmite armonía. Qué curioso… me percato de tal belleza, aun cuando poco visito ese negocio. ¿Por qué a veces apreciamos la belleza cuando las cosas o seres están lejos de nosotros? Es decir, cuando nos separa una distancia no solo física, sino cronológica o social. ¡Cuanto más lejos o perdido algo, más lo valoramos!
Captan mi atención las luces artificiales: unas blancas, rojas, amarillas, en las casas y vehículos. Sé que no tienen la majestuosa presencia de la naturaleza, pero son destellos con una belleza y gracia muy especial, pues son un fruto de la inquietud e inventiva humanas. Le aportan un nuevo paisaje al lugar. ¿Por qué solo las apreciamos en navidad?Miro ahora la ventana, el marco, el vidrio. Se ven bonitas, pese al polvo y los trazos de oxidación. En este instante se me parecen como unas gafas. La acaricio, y siento el polvo, así como la tersura de la pintura. Tal vez todos tenemos “polvo”, algo del paso de los tiempos: quizá las cicatrices, las arrugas, las experiencias difíciles, nuestras alegrías pretéritas… ¿Qué tanto limpiamos nuestro polvo? ¿Lo limpiamos para nosotros mismos, o para que los demás nos vean relucir?… O una pregunta que va más a la raíz sería ¿Acaso debemos limpiar esos polvos… luego no son la huella de la vida que llevamos?
Día 3. 10:58pm
Me iba a acostar sin redactar la actividad, para hacerla al otro día temprano: ¿por qué? Hay dos motivos: es que sobre el mercado queda una barbería, sin cortinas, y una mujer joven muy bella tiene su escritorio de trabajo frente a la ventana; y entonces no quise hacerme junto a la ventana para que no pensara mal de mí. Y el otro motivo, más tarde, fue que vi a un sujeto en la acerca fumando, y pensé que era raro, o que qué tal fuera un ladrón. Así que lo postergué.
Al reflexionarlo, vi que en ambos episodios se hallan dos pudores o temores expresados, que se desarrollaron desde mi infancia. Hoy día sé que son infundados, y que se ubican dentro de lo que es externo a mi propia esfera vital, pero aun me cuesta desarticularlas. Pero ahí vamos…Siento que en algunos fragmentos de mi vida he sido como una tortuga, que trata de estar a salvo, resguardada, y de crear un espacio seguro, una coraza que me blinde de lo desconocido e imprevisible, de lo que pueda herir a mi ser interior. Y cuando el afuera es seguro, salgo del caparazón… eso sí, son algo de suspicacia.
Faltan 40 minutos para media noche. Veo la calle. Los negocios cerraron, las luces de las viviendas están apagadas, la música y las voces han amainado. La noche marca un cese, un fin, un ocaso. No lo había notado, pero ¡qué silencio! Escucho el respirar de mi perrita, oigo en detalle el lápiz en el papel, escucho a los vecinos asegurar algunas puertas, y motos en la lejanía.Siento que mis sentidos se aguzan, y pienso en hasta qué punto el ruido matutino dificulta nuestra concentración y nos hace refugiarnos en el automatismo cotidiano. En cambio, la noche es sosegada, apacible. Qué ironía que sea un momento tan interesante, pero sea a la vez el instante donde nuestro cansancio más de refleja (conduciéndonos al sueño). La noche es colosal, imponente… lo que me hace pensar cómo sería la vida en la prehistoria.
Día 4. 10.12pm
Pienso en la escritura de anoche. Bajo la ventana hay una pequeña veta, que me conecta con el mundo exterior. El frío al contacto con ella me reconforta. Aunque el cielo está encapotado, siento que no luce aburrido, pues su contraste con las casas le hace lucir como un manto de algodón que nos arropa.
Miro el vidrio, me veo en él, veo mis cosas, y pienso que no soy solo carne y hueso: soy todo lo que constituye y extiende mi existencia. Me resulta curioso que durante estos días ver que he mirado más hacia adentro que afuera. Me miro a través de la ventana y el cuaderno.Miro hacia un tercer piso, que tiene las cortinas clausuradas, y las pienso como párpados, como u cierre que nos desconecta del mundo. Irnos al sueño es un proyecto personal, íntimo, que requiere de nosotros el establecimiento de un espacio seguro. En la noche somos de nosotros mismos: ya acabaron los roles sociales, no hay trabajo, ni contrato. En la noche nos re-encontramos, sin intermediaciones, con nuestro cuerpo, pensamientos, deseos, respiración, cargas emocionales. Es mágica, terapéutica. Pienso en si ¿acaso de día esto no es posible?
Día 5. 10.41pm
Ha sido un día ajetreado, algo intenso en emociones. Toco el pestillo de la ventana para enderezarlo, y lo siento frío al tacto. No esperaba esa sensación, por lo que me quedo pensando. ¿Por qué enderezar el pestillo? ¿Para qué? ¿Acaso me siento vulnerable si está colocado en otra posición o ángulo? ¿Será un intento por tener todo en un cierto orden o control o normalidad? Siento indicios de espectros allí.Pero no me centraré en los espectros hoy. No. Miro hacia afuera, y nuevamente escucho con mayor atención los sonidos exteriores. Veo en el otro andén a un sujeto recostado a la pared, con un cigarrillo y un celular, y me pone a pensar en lo melancólico de la soledad, de la espera, lo que de algún modo me hace intuir que yo a veces espero algo. ¿Qué? Creo que el amor… pero ¿por qué ese pensamiento vino a mí de primeras? ¿Hay algún miedo en el fondo? Quizá… ¿O más bien es un deseo? ¿tienen el miedo y el deseo alguna relación entre sí? ¿puede el deseo provenir de un miedo, o es al contrario?
Pero el muchacho puede simbolizar, por otro lado, esos momentos de soledad, de estar con nosotros. Son instantes de intersticio donde pensamos en nosotros, nos contemplamos.
Esta soledad me regocija, porque en ella no espero a otro ser, porque estoy conmigo mismo. Entonces, es una soledad-acompañada, una soledad con contenido. En ella no tengo miedo, ni afán. En ella simplemente SOY o ESTOY SIENDO.Empiezo a comprender que la soledad tiene distintas cargas o significaciones. Comienzo a intuir por qué la soledad es una ventana para conocernos. Pero esta experiencia no ocurre cuando el temor prevalece, cuando me siento incompleto. La soledad es un espacio existencial… Un espacio que anhelo aprender a vivir, sin cadenas.
mayo 1, 2023 a las 9:53 am #16008Gabriel Schutz
SuperadministradorNo te hice caso, David, y leí el texto completo.
Me parece muy interesante el arco de los cinco días, el proceso que va de sentir cierta perplejidad ante el hecho de tener que estar frente a la ventana y las preguntas sobre los otros y los pudores ante la posibilidad de ser visto, para desembocar al final en el hallazgo final de la soledad como un espacio libérrimo, como la posibilidad de una intimidad libre de miedos. En medio surge el tema de la noche como contrapunto a la productividad del día y sus afanes. Me haces recordar a mí mismo, cuando era joven y amaba la noche, y al siglo XIX, a sus cuentos y poemas con criaturas nocturnas, a la crítica romántica contra la razón ilustrada del siglo XVIII. La noche y su enigma, la noche y sus espectros, la noche y su encanto indecible. Como si hubieras pasado de la vigilia del afuera a la vigilia del adentro en cinco noches. Me encantó tu texto, sus muchas preguntas, sus atisbos, sus observaciones. Bravo.
mayo 7, 2023 a las 5:00 pm #16015Juan David
ParticipanteFue un ejercicio maravilloso, que me dejó varias inquietudes y reflexiones por trabajar. Muchas gracias por todo, profesor.
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