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  • #15676
    ILIANA TONAILIANA TONA
    Participante

    Día 1- Hipnótica…es como si toda la tristeza y la felicidad estuvieran encerradas en esta habitación. Ahí afuera, a través de estos cristales, busco o encuentro siempre un mundo lleno de posibilidades. No sé si será que los marcos parecen ser los de la televisión y que sólo hay que presionar un botón para transportarte a un mundo diferente.

    Día 2- Hace frío. Me imagino tocando el vidrio de la ventana y cómo se sentirá lo helado entrando por mi piel hasta mis venas. Hoy los árboles oscuros con sus miles de hojas negras parecen personas tristes, más bien espectros; almas con historias penosas, lúgubres. Sólo hay una rama que toca la luz que sale del departamento de arriba; una minúscula parte de ella, no más de tres o cuatro hojas que brillan amarillas entre todas las demás. De pronto siento que me identificó con todo el paisaje. Es un día que, sin razón aparente, o tal vez por exceso de razón, se ha vuelto lúgubre, pero estas tres hojas que brillan me reconfortan, porque al verlas, recuerdo que en algún lugar dentro de mi hay una luz emanando capaz de percibirse entre la oscuridad.

    Día 3- El choque de la luz de la luna con la luz de las lámparas. El negro del concreto contra la luz azul oscuro del cielo. Algo hoy me percibir la diferencia entre lo vivo y lo muerto.

    Día 5- Veo las ventanas y pienso en mis ojos. Ahora los percibo como ventanas que ven a través de otras ventanas. Tengo la sensación de estar percibiendo capas y capas que no hacen sino distorsionar la realidad. Una gran parte de la información que llena mi mente hoy pasó a través de mis ventanas; como ponerle filtros cálidos o fríos al lente de una cámara, transformando los paisajes, en ocasiones a una imagen más estética, pero irreal.

    #15679
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Interesantemente, el último día abarca a todos los anteriores, abarca la totalidad del ejercicio y de la vida a través de esa lúcida conclusión relativa a esas como muñecas rusas de ventanas dentro de ventanas dentro de ventanas. ¿Qué hay cuando remueves todas las ventanas? ¿Qué clase de percepción resultaría? Y sobre todo, ¿quién estaría percibiendo? El zen te quiere llevar justo ahí (el budismo en general, pero el zen de manera quizás más directa).

    También en el segundo día hay un vislumbre importante, un recordatorio de esos que deberíamos llevar con nosotros muy a flor de piel: aun en la más profunda obscuridad hay una llama ardiendo; discreta, quizá, pero inextinguible. ¿Qué tan a mano tienes ese refugio? Siempre me ha llamado la atención la expresión “al amor de una vela”. ¿Por qué esa luz se denomina amor? El amor como luz y calor, como claridad y calidez. ¿Cómo encontrar ese reducto inexpugnable? ¿Cómo ser -al decir de Krishnamurti- “una luz para sí mismo”? ¡Importante cuestión!

    Interesante lo del día tercero. ¿Es lo vivo y lo muerto lo que se distinguen o es lo natural de lo manufacturado? ¿No hay algo vivo en el filamento de una lámpara? ¿Y en la cal y la piedra que constituyen el cemento, siquiera en las personas que alguna vez lo trabajaron? Pienso en aquella antigua frase, creo que de Tales de Mileto: “Todo está lleno de dioses”.

    #15682
    ILIANA TONAILIANA TONA
    Participante

    Agradezco todas tus retroalimentaciones. Las he leído y vuelto a leer. Hasta hoy llega a mi la voluntad y el deseo juntos por contestar algo. Cuando pienso en la noción de las muñecas rusas, matrioskas? Matrushkas?…en fin, todas las capas de las ventanas, las capas de las luces de una puesta en escena, reconozco en ello que mi sensación de la vida en este momento es mucho así. La necesidad de quitar las capas de cualquier cosa que esté entre el amor de esa vela y yo. Y supongo que tiene todo que ver con mi percepción de lo vivo y lo muerto, de la manera en la que lo material me parece tantas veces muerto. No he logrado conectarme con la vida de las cosas y sus historias, sus orígenes. En un mundo tan materializado en el sentido más estricto de la palabra, no sólo en el sentido de un sistema económico o social, encuentro muy difícil “escarbar” entre las capas (las propias y las ajenas) para percibir esas tres hojas, la hermosa luz de esa vela. Yo misma soy materia y tengo que hacer paces con ello. Por mucho que disfruto las sensaciones de la piel, la sexualidad, el movimiento de la danza, los olores de las frutas, de mis hijos, la belleza de un beso, sigo sintiendo que el amor viene de otro lugar y al mismo tiempo entiendo que para que todo aquello sea percibido como bello el amor tiene que estar presente. Aún así tengo la impresión de que las más grandes batallas, siempre ocurren en lo intangible, en lo inmaterial.

    Recibe saludos afectuosos y llenos de gratitud.

    #15688
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Gracias por estas lindas palabras. Como dice aquel tango: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”. La vela está más allá de las mudables vicisitudes del mundo, y la materia o, como se dice en budismo, la forma (rupa) es el vehículo que tenemos para acceder a esa vela que arde en lo profundo. Si alcanzas a vislumbrarla o sentir su calor, habrás tocado el océano de la existencia, la no-dualidad. Pero ni tú ni yo ni nadie tiene modo de ser océano como no sea siendo esta pequeña y breve ola que somos, es decir, esta forma. Sólo a través de la forma puedes experimentar también la no-forma.

    Un saludo afectuoso para ti.

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