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  • #13447
    Ximena Zertuche
    Participante

    Día 1 (15:04)
    Ya no quedan flores de la jacaranda que antes cubría el jardín con una alfombra morada. Los únicos sonidos perceptibles en este momento son el canto de los pájaros y el espanta espíritus de un jardín vecino. Me gusta ese sonido porque me remite a mi infancia, a la casa de campo de mis abuelos donde transcurrieron varios recuerdos importantes de mi vida y continúa siendo el principal escenario de muchos de mis sueños. El sol abraza a las flores y los árboles, luego acaricia mi piel y siento un poco de calor. Me visualizo tirada en el pasto del jardín, viendo las nubes pasar. Esta tranquilidad parecía imperturbable, hasta que resuenan los ladridos de un perro y los gritos de mis vecinos.

    Día 2 (12:19)
    La naturaleza se manifiesta en el viento rozando las hojas de las plantas, las sombras de los árboles en el pasto, un pequeño insecto que merodea una flor y el sonido de los grillos. Pero todo deja de ser naturaleza cuando un avión atraviesa e irrumpe con la calma. Se escucha un taladro en la construcción de la casa de junto. Observo los muros altos de las casas vecinas que circundan sus jardines. Envuelven la naturaleza y la ocultan, pero también buscan alejar al mundo exterior de su pequeño mundo y hacer de ese mundo un lugar seguro. Después de pasar tanto tiempo en Instagram, comienzo a pensar en fotografías. Desde qué ángulo se podría observar una flor para capturarla de la manera más fascinante, cómo generar una composición para contrastar las macetas contra el muro blanco. En cómo retratar lo que veo para que el observador que ve mi imagen pueda recrear lo más que pueda mi vivencia.

    Día 3 (17:18)
    Otro día cálido con un viento sutil. Respiro con dificultad. Tal vez sea el calor o que en verdad me estoy enfermando, aunque esto es poco probable porque no he salido de mi casa y casi no he tenido contacto con nadie. Veo el jardín del vecino y otra ventana que se encuentra frente a la mía. No hay movimiento y no se escuchan voces. Fuera de los rostros de las personas que viven conmigo y ocasionalmente el rostro de un vecino que va pasando, no veo a más gente. Dejé de revisar las noticias porque me producían ansiedad y cerré temporalmente mis redes sociales, así que me he alejado más del mundo. Con tanta tranquilidad, el verde que me envuelve y los sonidos de la naturaleza, a veces se me olvida que hay un universo más allá de mi ventana y que no soy el último ser humano que queda en este planeta.

    Día 4 (23:40)
    La naturaleza avasalladora se pierde en las tinieblas. Los árboles negros contrastan contra un cielo azul, pero no tan profundo porque las luces de la ciudad impiden que se vean las estrellas. El afuera y el adentro se pierden. El reflejo de mi cuerpo y la silla en la que estoy sentada se observan como si estuviera simultáneamente dentro de mi casa y fuera de ella. En ese plano fantasmal parecen coexistir múltiples realidades, sillas entre los árboles y cuadros entre las plantas. Hoy no siento la naturaleza, las plantas no tienen textura y solamente son sombras. No me imagino el viento cálido recorriendo mi piel y todo parece paralizado. Luego escucho una ambulancia a lo lejos y el sonido de una guitarra a la distancia. Eso me produce nostalgia por no sentir calor humano y no sentirme parte del mundo. En esta noche me siento más sola que otras veces y vuelvo a ser el último habitante en la tierra.

    Día 5 (11:26)
    Inicialmente el día luce apacible. El cielo de un azul pálido se confunde con las nubes y la blancura de las paredes resplandece. Pero un estruendo irrumpe con esa calma, una sirena a la distancia, un tosido y una música molesta. Luego todo vuelve a la normalidad. El día cambia de tonalidad, el sol brilla un poco más y me sorprenden los diferentes tonos de verde de las plantas. Un pájaro vuela y me siento tranquila, hasta recuerdo todos los pendientes de ese día…

    #13456
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Tu texto se siente, o al menos yo lo siento, muy solitario. La idea de ser “el último habitante de la tierra”, que mencionas dos veces, me sorprende, sobre todo porque mencionas, a la vez, que vives con otras personas. ¿Dónde están esas personas? Por supuesto, a los efectos del ejercicio se entiende que no estén junto a tu ventana, pero aquí tú hablas de una sensación general.

    En esa soledad, ese aislamiento, me parece adivinar un contrapunto: de un lado, la naturaleza, su belleza, su calma, su verdor, las caricias del viento, el silencio, los sonidos balsámicos; de otro lado, el mundo humano con sus vecinos que gritan, sus muros altos, sus aviones y taladros ruidosos, sus redes sociales llenas de avidez, los pendientes del día… Casi parece como si la naturaleza fuera portadora de todos los bienes y el mundo humano, de todas las perturbaciones. ¿Es esto así? Tú misma atisbas que no, al echar en falta el calor humano. ¿Por qué, entonces, no te sientes parte del mundo (del humano mundo), según dices?

    Se puede estar encerrado y al mismo tiempo profundamente conectado con el mundo, y no me refiero sólo o fundamentalmente a la conexión vía redes, vía pantallas, vía internet. ¿Qué impide esa comunión mayor con lo humano? ¿Tendrá algo que ver con lo que, aparentemente, es un rechazo a la humanidad? Pero, ¿no forman parte del mundo humano la casa de tus abuelos, las casas de los abuelos en general, el calor, el amor? ¿Puedes sentir eso en ti, en lo que toca a lo específicamente humano? ¿Qué concepción tienes en general de lo humano? Quizá sea interesante considerar estas últimas preguntas con cierto detenimiento. Es una pregunta clásica de la así llamada antropología filosófica: ¿Qué es el ser humano? ¿Una cosa que piensa, como diría Descartes? Uno de los retruécanos de Heidegger: ¿el ente al que en su ser le va su ser? ¿El ser consciente de su propia mortalidad? ¿El predador del propio ser humano, como sostenía Hobbes? ¿El ser dotado de una fracción divina, llamada logos, mente divina, Atman, naturaleza de Buddha, ese fenomenal potencial capaz de elevarnos por encima de todas nuestras miserias y así experimentar un amor infefable por todos los seres?

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