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Gabriel Schutz.
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enero 8, 2021 a las 3:57 pm #15023
Jairo Vladimir
ParticipanteEstimado Gabriel,
Según he entendido, hay cierto tipo de actividades que pueden concebirse como placeres catastemáticos o, en una terminología más contemporánea, como lo que la psicología ha denominado “experiencias de flujo”. Me queda claro que estas “experiencias de flujo”, o incluso las actividades que el propio Epicuro consideró como placeres catastemáticos, se cumplen precisamente las condiciones de dichos placeres: estabilidad y reposo (o completud y continuidad). No obstante, al estar pensando en mis propios placeres, me surgió la siguiente duda: ¿Puede una actividad que se vive como experiencia de flujo, convertirse en su opuesto, es decir, en un placer cinético? A primera vista, esto sería incorrecto, pues justamente los placeres catastemáticos se caracterizan porque no pueden convertirse en lo opuesto, es decir, en dolor. ¿Pero qué hay del caso de un músico, que en su actividad logra ese placer catastemático, pero en algún momento puede lastimarse (por su misma actividad) y entonces provocarse un gran dolor? ¿O en el caso de un deportista, que mientras realiza su actividad alcanza ese estado de goce, pero está en gran dolor cuando le falta la oportunidad (espacio, tiempo, lesiones, etc.) de llevarla a cabo? De ser así, ¿entonces no se trataría en realidad de un placer catastemático?
Quizá no estoy planteándome correctamente los términos, o quizá, dentro de los ejemplos mismos, quien experimentara ese movimiento, estaría planteándose mal algo (al momento de considerar la falta de su actividad) al experimentar el dolor. Ojalá me puedas ayudar a despejar un poco esta cuestión.
Saludos!
enero 10, 2021 a las 9:17 am #15029Gabriel Schutz
SuperadministradorEstimado Jairo, muchas gracias por tu pregunta, es muy pertinente.
Hasta donde alcanzo a ver, tanto en el caso del músico, como en el caso del deportista, lo que malograría el placer catastemático es el deseo de alcanzar un cierto logro o resultado, o incluso la avidez por tener/repetir (re-tener) un cierto tipo de experiencia, así sea una “experiencia catastemática”. Esto se ve muy claramente en estados de meditación (en el sentido formal del término). Cuando uno está meditando, sentado, y alcanza un buen grado de concentración, hay una sensación muy clara de estabilidad; pero basta la mínima traza de pensamiento sobre lo bien que se está concentrando uno, la más sutil consciencia de haber alcanzado algo, el más breve sentimiento de logro, para que ese estado se desestabilice y eventualmente se destruya.
Lo que sucede con las experiencias de flujo es que el “yo” no está ahí evaluándose a sí, no hay calificación de lo que está sucediendo y es en cierto modo por la “ausencia del yo” que estos placeres son posibles. Cuando hay un “yo” calificando, juzgando, ya sea en el momento, o bien después, entonces todo cambia. Si es en el momento mismo en que está teniendo lugar la experiencia de flujo, eventualmente ésta se disipa; si es post eventum, entonces se desarrolla avidez por repetir la experiencia y es esa avidez, es decir, la consciencia de que algo “falta”, lo que provoca el dolor.
No sé si esta respuesta sea clara y satisfactoria. Si no es el caso, no dudes en decírmelo.
Saludos para ti, que estés bien.
enero 11, 2021 a las 12:55 pm #15034Jairo Vladimir
ParticipanteMuchas gracias por tu respuesta Gabriel, ha sido bastante clara y clarificadora.
Pensando en la cuestión antes de leer tu respuesta, y dándome cuenta en mi autoobservación que había actividades que podía colocar tanto en placeres catastemáticos como en placeres cinéticos, me vino la idea de que no depende estrictamente de la actividad en sí, sino del estado o disposición interna con que se realice. Enlazando con tu respuesta, si una actividad se realiza con miras a obtener fines específicos, o con la avidez de tener o repetir algo, seguramente sea una actividad placentera ero encerrada en el círculo del deseo insaciable o del dolor. Lo contrario sucedería si la actividad se realiza en cierto modo en ausencia del yo.
En ese sentido, ¿podría incluso darse el caso de que algo que se considera naturalmente un placer cinético (p. ej. comidas exquisitas) constituya un placer catastemátio, si se realiza con la disposición interna “correcta” (sin deseo ni avidez)?
Gracias.
enero 12, 2021 a las 9:11 am #15036Gabriel Schutz
SuperadministradorHola, Jairo.
Me alegra que la respuesta te haya resultado provechosa.
El ejemplo de la comida, que mencionas hacia el final, es particularmente claro. ¿Recuerdas el ejercicio de la uva pasa/arándano en el curso de filosofía estoica? Ahí es claro cómo, si la atención es cabal y está dirigida al proceso mismo, sin la menor avidez ni prisa, este sencillo alimento puede dispensar un placer catastemático; lo mismo valdría para cualquier platillo. Por lo tanto, sí, la cualidad del placer depende fundamentalmente de la cualidad de nuestra disposición interna.
Saludos.
enero 12, 2021 a las 12:39 pm #15043Jairo Vladimir
ParticipanteHola Gabriel.
Me ha quedado mucho más claro, ahora que me has recordado el experimento de la uva pasa. Gracias por tu respuesta.
Saludos!
enero 12, 2021 a las 6:56 pm #15047Gabriel Schutz
SuperadministradorQué bueno, Jairo, me alegra que el ejemplo haya sido esclarecedor. Saludos de regreso.
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