- Este debate tiene 4 respuestas, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 3 años, 1 mes por
almazuela.
-
AutorEntradas
-
abril 16, 2020 a las 11:32 pm #12449
almazuela
ParticipanteMe disemino en ti como metástasis. Sé cuando ni siquiera sospechas que estoy dentro en ti. He estudiado muy bien tus movimientos, tus muecas, tu respiración. Sin embargo, también sé cuando lo has advertido ya y, aunque tratas de evitarlo, te convierto en tu extranjera.
La primera vez que notaste mi presencia fue a través de un sueño recurrente. ¿Recuerdas tus palabras?
“Tengo un sueño recurrente. Es de noche y estoy sola en la calle, siento prisa por volver a casa. Entro a una estación de metro que es profunda y oscura; sé que no existe y, a la vez, sé que es Copilco. Me siento nerviosa porque están a punto de cortar el servicio. Aunque estoy sola, tengo la sensación de que alguien ha estado siguiendo mis pasos. En medio del abrumador silencio de la espera, comienzo a escuchar a lo lejos cómo se acerca el último convoy. Ahora sé que pronto llegará; sin embargo, conforme el ruido aumenta, el nerviosismo comienza a transformarse en angustia. ¿Quién me persigue? No hay nadie detrás de mí, no hay nadie más que yo. El convoy recorre el andén con fuerza. Llega hasta mí con un augurio, pero me resulta imposible descifrarlo, pues llega con exactitud a la hora de mi muerte. Alguien me ha empujado a las vías del metro.”
En ese momento abriste los ojos, estabas en tu cama. A salvo de la noche, del silencio, de la persecución, pero no a salvo de ti misma. Por primera vez, me confundiste contigo.
Soy polimorfo.
Soy el miedo que no te deja expresarte.
Soy la sensación de llegar al lugar donde todos los días son el mismo día. Donde mañana no existe y ayer duele. Donde “hic et nunc” es un costal que lleva un agujero en el fondo. El lugar donde el tiempo sólo existe hacia atrás.
Soy el deseo que te acelera el pecho, pero te encoge la voz.
Soy la indecisión que te devora desde las entrañas.
Existo más que nunca a través de ti cuando sientes que eres una impostora.
Sin embargo, hoy, después de tantos años, eres tú quien ha aprendido a simularme. Nos hemos actuado tanto, yo a ti y tú a mí, que ya no sabemos quién sueña a quién. Te he convertido en mi espectro.
—
Spoiler:
Tic-tac, el tiempo sí avanza. Tic-tac, el tiempo deja segundos bajo la almohada. Tic-tac, el augurio del metro es una decisión aún no tomada:
¿Sabotaje o ir a tu propio encuentro?
.
.
.
.Fue sumamente intenso hablar desde el espectro polimorfo. Mis manos temblaron y sudaron durante la escritura.
abril 17, 2020 a las 5:31 pm #12490Gabriel Schutz
SuperadministradorWow.
Estoy tentado de dejar “Wow” por todo comentario, porque tu texto tiene la cualidad de dejar al lector (bueno, de dejarme a mí, a este lector que he sido mientras leía -pues ya no soy exactamente ése) en un estado de pasmo, sin aliento. Se siente el “temor y temblor”, o el “sudor y temblor”, no porque el texto sea vacliante, sino por la fuerza que tiene en esa segunda persona escrita desde el espectro. Me interesa mucho saber qué ha pasado después, qué propició en ti el haber escrito este texto.
El sueño es tremendamente interesante, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido un sueño recurrente. No puedo dejar de pensar en lo mucho que hay en esta frase: “llega con exactitud (el convoy) a la hora de mi muerte”. La línea que sigue busca explicar esto, refiriendo que alguien te ha empujado a las vías del tren, pero ese alguien es un alguien invisible en una estación inexistente, lo que me hace pensar que la exactitud del convoy, de su llegada, estriba en que él es (simboliza), en sí mismo, la muerte, en que se trata de una cita con la muerte. Pero, claro, sobrevive la pregunta acerca de quién o qué es esa fuerza que te empuja a las vías del tren.
El ayer duele y el mañana no existe. ¿Es el ayer doloroso esa entidad invisible que “ha estado siguiendo mis pasos” y que te orilla a esa cita con la muerte, que elimina el mañana? Pero si tú ahora has aprendido a simular al espectro, ¿no serás tú quien sigue sus pasos, quien persigue ese pasado, proyectándolo en todo lo que es, haciendo que todo lo que se aparece sea, de alguna manera, “el lugar donde todos los días son el mismo día”, precisamente porque no te permites verlo en su novedad absoluta, libre de todo lastre, todo condicionamiento biográfico, toda carga del pasado?
Creo que has detectado algo muy importante, algo que tu texto anterior ya insinuaba, con aquello de regresar, borrar, etcétera. Parece que has tenido un pasado realmente duro, o, lo que es más exacto, que, sea lo que sea que hayas vivido, tú lo has experimentado como algo realmente duro, y la huella es tan profunda, está tan fresca (así haya sido en el pasado lejano), que es como si te susurrara que “eso puede regresar”; entonces todo es percibido con miedo. ¿Es así?
Y si es así, ¿puedes ver que no tiene por qué ser así? El pasado, más o menos feliz, más o menos terrible, no tiene por qué condicionar la totalidad de nuestras vidas. Es falso aquello de infancia es destino, y actualmente (aunque es una idea de, por lo menos, 2.500 años) eso ha sido mucho más enfáticamente puesto en cuestión. ¿Cómo mirar las cosas que se aparecen sin que se vean oscurecidas por las sombras del pasado? Creo que es una pregunta muy importante en tu caso. Porque sólo así el presente puede aparecerse con espontaneidad y el futuro como un horizonte abierto, y no algo clausurado, condenado a repetirse. ¿Qué vas a hacer con todo esto?
Si me permites una sugerencia, creo que te podría caer muy bien tomar algún curso de Mindfulness (atención plena) que no sea chafa. En realidad, se trata de una práctica del budismo antiguo, que aparece detallada en el sutra o discurso sobre los fundamentos de la atención plena. Estar muy atentos, muy conscientes, ver las cosas tal como son, despojadas de todo aditamento, es un camino que pueda ayudarte. Es también el camino de los filósofos estoicos: ver lo que es tal como es; ellos le llamaban phantasía kataleptiké, representación cataléptica (perfectamente lúcida, capaz de asir lo real) y en cierto modo todo el estoicismo consiste en eso.
Te felicito por el valor que tuviste para escribir este texto impactante. Espero, de todo corazón, que el hecho de haberlo escrito te haya sido de alguna manera provechoso. Ahora que has visto, ahora que has puesto en palabras, quizá sería importante darle continuidad a lo que implica este hallazgo.
Estoy aquí en lo que pueda apoyarte.
abril 26, 2020 a las 3:43 am #12681almazuela
ParticipanteEl final fue inesperado incluso para mí. Parece como si hubiera comenzado escribiendo yo y hubiera terminado mi doppelgänger. ¿Por qué me confundo con lo que no quiero ser? O, quizás, es mejor preguntar para qué. Volviendo a “Reminiscencia futura”, encuentro nuevamente esta tendencia a depositarme, depositar mi energía, en aquello que no deseo, pero que, aun así, invoco. Tal como señalas, sigo sus sus pasos. ¿A dónde me estoy llevando en el intento de conducirme hacia otro lado?
Ese sueño lo tuve a los 17 años, han pasado casi 14 desde entonces y no lo he borrado de mí. Recuerdo que me propuse contarlo tantas veces como pudiera hasta, de alguna manera, conjurarlo. Aunque, al contarlo tanto, creo que lo terminé por incorporar, es decir, literalmente cuando lo rememoro, lo rememoro con el cuerpo entero. Es escalofriante. Por aquellos días del sueño, recuerdo que escribí en mi diario que alguien había llegado a invadir mi casa y la estaba quemando por dentro, conmigo ahí. Yo era mi casa. Algo constante de esos días también fue una cierto escepticismo de mi existencia. Casi como si sintiera la necesidad de pellizcarme para saber si “en serio” existía. Cuando revivo el sueño, la sensación viene con esos dos recuerdos.
Sobre las heridas y las huellas, pues… crecí con el miedo constante de que mi madre se suicidara. Y aunque eso nunca pasó, pasaron muchas otras cosas tristes. Con los años entendí que más bien ella podía ser el chivo expiatorio de la familia, sin contarme a mí. Yo era apenas una niña. Pero, bueno, en términos generales, mi temor constante es tomar decisiones que me lleven a un estado similiar al que vive mi familia. En una mezcla de sinrazón y sinsentido. A una vida subterránea, a medio hacer. Me leo y, aunque para mí tiene sentido, parece muy abstracto, así que voy a tratar de escribir para mí qué es en concreto lo que temo repetir de ellos en mí.
Por último, me interesaría mucho tomar un curso de atención plena. ¿Me puedes recomendar alguno en particular? Igual pensaba que en el otro curso sobre los estoicos que impartes por acá podría ir encontrando más pistas. ¿Qué me dices?
De nuevo, infinitas gracias, Gabriel.
abril 26, 2020 a las 5:55 pm #12684Gabriel Schutz
SuperadministradorMe alegra poder apoyarte en esto.
Efectivamente, cuando uno repite la narración de un episodio traumático, lo que hace es retraumatizar. Para evitar eso, es importante narrarlo (de preferencia en compañía de alguien competente para escuchar y contener) observando muy claramente que sucede en el cuerpo, más específicamente qué emociones se localizan en qué partes del cuerpo. Observar cómo se manifiestan esas emociones en el cuerpo, ver cómo surgen, reconocerlas, identificarlas y dejarlas ir. Es un modo de trabajar con los traumas (no el único).
Lo que me mencionas de tu mamá es algo que percibí un poco entre líneas, no, claro, en relación a ella, sino a ti, y de alguna manera lo confirmas ahora.
Hay mucho que puedes hacer. Cuando hablé de mindfulness lo puse en esos términos porque si dijera budismo a mucha gente le asusta, piensa en religiones, sectas, qué se yo. Yo practico budismo hace varios años, no soy dogmático ni sectario con eso (soy más bien bastante mundano) y ha sido para mí importantísimo para dejar atrás montones de lastres. Hay muchas prácticas budistas que pueden ayudarte, desde la más básica, que te ayuda a concentrar tu atención haciendo un seguimiento consciente de la respiración, hasta las que consisten en desarrollar “emociones positivas” (detesto este nombre). La primera se conoce como Anapanasatti y la segunda como Metta Bahvana. Son prácticas muy potentes si las haces con constancia. Puedes ver en internet si hay algo que te parece convincente. El Centro Budista de la Ciudad de México está ahora dando cursos y meditaciones on-line. Para empezar ellos pueden ser una buena opción (aunque depende un poco de quién dirija). Escribir, claro, también ayuda.
El curso de estocismo que tengo aquí es (sonará mal) muy bueno también, no porque yo tenga mérito en eso, aunque quizá un poquito, sino porque los filósofos estoicos son realmente poderosos. Creo que también te podría ayudar mucho a observar tu mente, a reconocer ciertos patrones, a detener cadenas de pensamiento, etc.
abril 28, 2020 a las 4:38 am #12697almazuela
ParticipanteDe nuevo muchas gracias por tu respuesta. Empecé a mirar ya el canal del Centro Budista de la Ciudad de México. Y también creo que pronto me verás -online, claramente- en el curso de los estoicos.
(Tampoco a mí me parece el mejor de los nombres eso de “emociones positivas.)
¡Nos seguimos leyendo!
-
AutorEntradas
Debes estar registrado para responder a este debate. Login here