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    Lunes 4 mayo 2020
    Estoy en mi espacio creado para resolver mis tareas de escritura y contemplar el crecimiento de un árbol de bugambilia cuya copa se aprecia a esta altura. No recuerdo cuándo la plantamos y tampoco era consciente de cuánto había crecido hasta hace un par de semanas que inicié esta aventura escritora.
    La magia de las plantas es así, no te das cuenta, tú no tienes que hacer algo más que darle agua y voltear a contemplarla. Ellas se ocupan de sí mismas, en silencio, sin depender de otros. Creo que su majestuosidad es justo eso, crecer, ser frondoso, adornar, sin pedirle permiso a nadie.
    Felizmente, el rosa intenso de sus flores evita mirar una cerca de púas que colocó mi vecina sobre su barda como protección externa a su casa. Sin duda, es más atractivo sentirse protegido por la combinación verde y rosa que nos regala la bugambilia.
    Celebro este tiempo de contemplación en mi propio espacio.

    Martes 5 mayo 2020
    Hoy además de las flores rosa bugambilia, han aparecido otras desteñidas como recordatorio de que los días no pasan en vano, las flores se destiñen y anuncian su caída. Aunque de otro color igual bajan a adornar el suelo del jardín, construyen una alfombra confortable donde la gata se sale a refrescar.
    Esa nueva versión de las flores me hace pensar en la transformación, es un ser sombrilla un día y alfombra otro. pero igual ofrecer un servicio para los habitantes de esta casa.
    A veces me maravilla las sincronías que ocurren en mi vida, justo cuando estaba dispuesta a sentarme a escribir la tarea de este día, abrí un mensaje que compartió una compañera no tan entrañable pero que igual disfruté mucho y que justo se trata de una recopilación de cuadros de grandes pintores que tomaron como tema una ventana y sus diversos usos: vehículo de la luz que ilumina un gato reposando, la luz necesaria para hacer un bordado, la luz que alienta la esperanza de una mujer; la luz para leer plácidamente, la luz de las estrellas que prepara hacia el descanso.
    ¿Será que si traigo en la mente asomarme a mi ventana atraigo imágenes relacionadas con ese tema?

    Miércoles 6 mayo 2020
    Hoy además de la bugambilia renovándose, la ventana me permite sentir un aire fresco que anuncia lluvia. Está nublado y en la lejanía se perciben truenos y relámpagos eso también es anuncio de lluvia.
    Me parece que el tema de la ventana es esa posibilidad de regalarse un tiempo para gozar del sol, el agua, el aire y las plantas que son producto de la tierra.
    El aire es fuerte, logra mecer las ramas del arbusto y después de un trueno se escucha que los pájaros vuelan a toda prisa a resguardarse.
    Por fin la lluvia ha llegado.
    Me voy a arrullar, nada más amable al descanso que el caer continuo del agua y la musicalidad de su encuentro con la tierra.

    Jueves 7 de mayo 2020
    Esta tarde se presume lluviosa, el paisaje visual no ha cambiado pero si hay una novedad, un perro que ladra de vez en cuando y el rítmico golpeteo de un albañil con un cincel sobre la barda del vecino. No conozco a los vecinos ni me imagino qué arreglo estarán haciendo pero han generado novedades en esta ventana que permanece abierta y atenta a la realización de mi tarea.
    Tun tun tan tan tun tun tan tan así me parece que dice el cincel; luego del ladrido del perro se escuchan otros más lejanos como que le contestan al primero. No recuerdo haber escuchado a este perro antes, de lo que sí estoy segura es la novedad en el ambiente, es la presencia del señor albañil en las cercanías.
    Esta ventana me ha permitido constatar que, estar atenta al paisaje también es escuchar.
    La presencia del señor albañil me deja consternada pues mientras hay familias resguardadas en la tranquilidad de su hogar, hay miembros de otras familias que salen a buscar el sustento pese a las múltiples recomendaciones de quedarse en casa.

    Viernes 8 de mayo 2020
    Ya instalada junto a la ventana queme ha acompañdo a lo largo de esta semana, miro apacible las flores de bugambilia, las descoloridas se niegan a desprenderse, hoy no escucho más que el soplido del viento. No hay perro ladrando ni tampoco albañil cincelando.
    La semana se empieza a cerrar y yo me siento feliz de haberme inventado este espacio de recreo personal. Habituada a trabajar a tiempo completo, permanecer en casa me convoca a hacer múltiples tareas domésticas y esas nunca se acaban, así que, me siento feliz de venir a mi espacio, a mi recreo, a cumplir con mi tarea por el puro gusto de hacerla.
    Gracias a la magia de la tecnología, un saludo matinal me trajo una frase de Epicuro que dice: “El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande del mundo es desdichado aunque sea el dueño del mundo” y no estoy segura que sea de Epicuro pero me la aplico, soy dichosa de este tiempo para hacer lo que me gusta, en el momento que lo dispongo, es como gozar de una libertad que no me había dado.

    #12910
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    ¡Qué alegría me ha dado leer tu texto! Me ha dado alegría porque el texto, en sí mismo, es alegre, sosegadamente alegre, y tiene exactamente las cualidades de una mente que se establece en la contemplación. En el budismo esto está muy estudiado y se habla de ocho estados de “absorción”, cada uno más profundo que el anterior, hasta llegar al último (que sin embargo no es el nivel del nirvana); el primer estado de absorción, cuando la mente se calma, trae, dicen las viejas escrituras, precisamente gozo, regocijo.

    Es precioso el proceso que hiciste, porque muestra patentemente cómo una observación atenta, aun cuando sea del paisaje más consabido, encuentra belleza, asombro, deslumbramiento. Hay imágenes muy bellas, muy entrañables, como eso de ser sombrilla un día y alfombra al día siguiente. Y sí, la contemplación no es sólo visual. De hecho, los sonidos son, posiblemente, los objetos de contemplación más directos según algunos estudios que se han hecho sobre meditación. Tu descripción de los sonidos, el cincel, los ladridos, el ritmo que los envuelve, es muy vívida: suena.

    Me alegra de todo corazón saberte contenta por haber encontrado una pausa valiosa.

    La frase original de Epicuro es un poquito distinta, hasta donde sé (he estudiado bastante a Epicuro, una de las grandes escuelas helenísticas, junto con los estoicos), pero en lo sustancial es ésa la idea: que la riqueza o pobreza no se deciden por la magnitud de lo que se tiene o no tiene (algo, en cualquier caso, relativo), sino por la capacidad que tenemos de satisfacernos con lo que tenemos.

    Bravo, precioso trabajo.

    Ahora que has saboreado las mieles de la contemplación, aunque el ejercicio como tal haya pasado, procura no dejar de cultivar ese espacio.

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