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Gabriel Schutz.
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mayo 27, 2020 a las 4:33 pm #13102
María Lucía Moreno Sánchez
ParticipantePRIMAVERA
Mis padres se conocieron en la panadería El antiguo Fénix, Jesús Moreno era el bizcochero de noche y Ángeles Sánchez la cajera. Ahí coincidieron y pronto hicieron sus nupcias, ambos antes de cumplir 18. Tuvieron tres hijos: Jesús Leopoldo (1951) Carlos (1955) y María Lucía (1959). Por influencia del ambiente jarocho de la familia Sánchez, en mi familia siempre se celebró mi cumpleaños, además, el pastel quedaba garantizado por el linaje panadero de la familia Moreno.
Crecí en una vecindad del barrio de Tepito jugando con mis hermanos y primos por las noches; aunque era un lugar seguro, mi mamá se esmeró por sacarme del barrio a temprana edad y me llevó a estudiar a una primaria que todavía hoy, es emblemática por ubicarse en las cercanías del Templo Mayor y el edificio central de la SEP, esto es, una escuela que regularmente forma parte de los espectáculos formales donde la presencia de los niños es parte de la escenografía.
Me gustaba ir a la escuela, llegué muy segura de saber pues lograba escribir LUCIA con trazos que mi papá me enseñó. Durante mi formación primaria lo mismo aprendía las recitaciones que cantaba en el coro o daba las órdenes de la escolta si era necesario. Este gusto por la escuela y todo lo que en ella pasaba, me llevó a señalar como proyecto de vida ser maestra de primaria.
En la década de los setentas, ingresar a la Benemérita Escuela Nacional de Maestros parecía un logro para pocos privilegiados, yo lo logré con la ficha número 27 y la aceptación en el grupo 18 turno matutino. Pertenezco a una generación de maestros que lograron el ingreso a BENM donde nos forjaron estudiando el bachillerato y la formación normalista al mismo tiempo esto es, clases e 7:00 a 15:00 hrs que por muy apasionado que fueras en plena adolescencia difícilmente resistías. Ahí me dediqué a pasar las materias sin perder el promedio que me garantizaba una beca pero las clases me aburrían tanto que buscaba pasar lista y abandonar el grupo. Además, era un grupo tan numeroso que mi ausencia difícilmente se notaba.
A los eventos que nunca falté fueron los bailes amenizados con música disco, las competencias y a todo momento cultural impulsado por el entusiasmo de tener una formación integral como maestro de primaria, este compartir la vida, me permitió generar lazos de amistad que todavía hoy me acompañan. Al concluir la Normal se acabó mi primavera.
VERANO
Empezó mi doble vida: trabajar y estudiar, ya era maestra de primaria y sin embargo, me sentía tan desprotegida académicamente que busqué incorporarme a la licenciatura de filosofía en la UNAM buscando aprender todo lo que no había logrado aprender en la Normal.
Por las mañanas intentaba seguir los discursos enrolladores de mis compañeros; por la tarde, tenía el deber moral de enseñar a los niños de 1º. en Cuautepec a leer y escribir. Ese proceso lo sufrí día tras día, pues no entendía las lecturas en la UNAM y vivía continuamente cansada e insatisfecha pues por otro lado, a mi lo que me gustaba era bailar.
Terminé la licenciatura y una vez más me sentí en deuda conmigo misma, ya había terminado los cursos ¡y qué sabía! según yo muy poco, no obstante, mi formación normalista me abrió las puertas a la docencia en el bachillerato pedagógico del INBA y eso si me gustaba pues mis alumnos eran mis cómplices para ir al cine y conversar. Me encantaba convivir con mis alumnos, jóvenes en preparación para la vida artística que me alentaron a hacer lo que yo realmente quería hacer: bailar y viajar. Entonces, me liberé de la carga académica, dejé una tesis pendiente y busqué nuevas rutas.
Bailar lo logré incorporándome al Conjunto Folklórico Magisterial, bailando descubrí el amor y la pasión que hace vibrar al cuerpo, empecé a tener enfrentamientos con mi mamá, trataba de negociar pues al mismo tiempo ella tenía conflictos con los desatinos de mi papá.
Luego, viajar lo logré al incorporarme al Conafe, institución gracias a la cual recorrí el país siendo apoyo pedagógico a las comunidades rurales; esto me permitió descubrir a los maestros que son el baluarte más sólido de la escuela mexicana. Esa fue mi verdadera Universidad, la que me permitió vivir aprendizajes en el medio rural. Ese circular por el país también me convocó a dejar la casa de mis padres para iniciar una aventura de vida compartida con mi actual esposo.
Recuerdo muy bien que cubriendo una comisión por la huasteca hidalguense me dieron ganas de comprar una mecedora infantil y tuve ocho horas de paisaje para meditar ¿por qué me apetece comprar esa mecedora? ¿será que ya es tiempo de tener hijos?
Mi verano estaba en auge, era bueno que tomara una decisión más y así lo hice. Luego de mi primera hija pronto resolví que no quería una hija única sino una que tuviera con quien jugar.
Esa parte de la maternidad estuvo acompañada de continuas negociaciones con mi pareja para que se mantuviera sobrio hasta que lo logró y pudimos disfrutar las ocurrencias de Mirel y de Axel, las mascotas, los festivales, los torneos y hasta logré concluir las tesis de licenciatura y de una maestría, logros que me permitieron cerrar con broche de oro mi verano.
OTOÑO
Me concentré en mis deberes maternales, busqué un espacio de desarrollo profesional con horarios flexibles, me dediqué a promover acciones de formación continua entre los maestros de educación básica a través de un servicio denominado Centros de maestros, ese fue un lugar de encuentro, me reconocí mamá, normalista, universitaria, bailadora del Conjunto Folklórico Magisterial, todo lo reuní en un solo espacio. Fue una buena época, todo lo podía resolver con una pequeña ayuda de mis amigos, ahí cerré mi capítulo como maestra patrocinada por la SEP. Libre de mis compromisos profesionales participé en todas las terapias que estuvieran a mi alcance pues la adolescencia de mis hijos me había alcanzado.
A la mitad del otoño empecé nuevas aventuras laborales, Mirel, mi hija, decidió volar y Axel sigue dándonos lecciones de vida.
INVIERNO
De mi mamá aprendí a ser ahorradora, a buscar las mejores ofertas, el invierno que se aproxima lo veo como oportunidad para seguir aprendiendo y por influencia de este curso me mantendré alerta para escribir; seguiré recorriendo las comunidades indígenas, esos lugares a los que no se llega a hacer turismo sino a vivir con los dueños de la tierra.
Si algún día debo partir de este plano terrenal espero que sea de frente al mar, agradecida por todas las oportunidades que la vida me ha dado y vibrando las emociones que me corresponda sentir.mayo 28, 2020 a las 1:50 pm #13120Gabriel Schutz
SuperadministradorEs muy grato leer el arco de una vida como ésta, donde hay siempre búsqueda, horizonte, donde se deja ver que las estaciones son conducidas conscientemente, con entusiasmo. Los contratiempos que se dejan adivinar (mantener sobria a tu pareja, por ejemplo) son apenas sugeridos, sin que constituyan hitos que empañen las estaciones; casi parecen deslices fortuitos. No sé si es que has tenido pocos contratiempos o los has trascendido con tanta claridad y entereza que apenas se notan.
Si tuviera que decir en pocas palabras qué es lo que ha regido tu vida, tal como la pones aquí, diría que es el deseo de conocer, de aprender, ya sea filosofía o danza, y también de enseñar. Hablas de manera breve pero entrañable de tus papás, que seguramente han tenido que ver en tu afición al estudio y la exploración. Me parece enternecedora la imagen de tu papá enseñándote a escribir tu (segundo) nombre.
En fin, que es un texto muy bello, tiene algo como de ligero, en el buen sentido, e incluso cuando se asoma a la gravedad, lo hace con desenvoltura, expresando el deseo de morir frente al mar (deseo con el que me identifico también).
Deseo que en ese invierno que adivinas la escritura siga acompañándote. Tienes muy buenas condiciones para escribir y has hecho un taller estupendo, con textos preciosos en el camino. Intenta no dejar de hacerlo.
Ha sido un enorme placer acompañarte. Ya vi que te inscribiste también en el de filosofía estoica y me dio mucha alegría.
Quisiera pedirte, por último, si no es molestia para ti, si puedes dejar un comentario (review) del curso. En la última lección se dice cómo hacerlo y a la página, que tiene todavía poco tiempo «al aire», le cae bien sumar comentarios de los estudiantes. Si lo haces, ten cuidado con les estrellitas azules, que se mueven cuando uno les pasa el mouse por encima. Asegúrate, por favor, de que la cantidad de estrellitas es la que quieres que aparezca como calificación.
¡Mil gracias por tu participación!
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