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  • #15979
    Daniel Dalla Via
    Participante

    Sobre la posibilidad que este sea mi ultimo día de vida: se me viene a la mente hace poco se cumplió un año de un accidente que tuve al tocar la rueda trasera de mi compañero, fue un instante de descuido, creo que baje mi cabeza para tomar agua de la caramañola o para acomodarla, solo recuerdo el impacto, y cuando mi amigo intentaba ponerme de pie, lo que sentí casi de inmediato fue dolor en la clavícula derecha, recuerdo que vociferaba “esta vez sí me fracture la clavícula”, era mi tercer accidente en la bici (me sume al ciclismo de ruta y MTB hace unos seis años). Una camioneta que venía en sentido contrario, eran padre e hijo, subieron mi bici en parte trasera y me sentaron al lugar del acompañante, me llevaron hasta mi casa, donde deje la bici, me cambie (con ayuda) los zapatos de ciclismo que llevan unas calas que van adheridas a los pedales, por zapatillas comunes y me acercaron hasta el hospital. Recuerdo que además de darles las gracias les pedi el celular para luego contactarlos. Me hicieron placa, en ese momento no salió nada grave, el médico me decía que tuve suerte de no tener fracturas, solo raspones. Luego de unas horas en observación y de recibir las curaciones, me dan el alta. El accidente fue 19hs aproximadamente. Eran las doce 23 hs y comienzo a sentir mareaos y vómitos, del hospital me vino a buscar la ambulancia y me derivan a un hospital de mayor complejidad donde, me hacen TC de cráneo, salió todo bien. La primera semana, con ayuda de mi pareja, también apasionada del ciclismo, lograba levantarme, aunque con fuerte dolor en zona de espalda y clavícula. A los quince días, con nuevos estudios en una clínica privada me sale FRACTURA de clavícula, y fisura en dos costillas y escapula; a los treinta días aproximadamente me operan de la clavícula. La parte occipital de mi cabeza me la salvo el casco, de lo contrario el panorama hubiese sido mucho peor.
    Hoy, recuperado, sigo disfrutando de este deporte, pero con una mayor conciencia sobre lo efímero de la vida, consciente que en cuestiones de segundos, podemos morir, eso tal vez me lleva a persignarme con la señal de la cruz, de modo más consciente y sincero cada vez que salgo a pedalear o participo de algún evento competitivo.
    Me reprocharía haberme hecho tanto rollo (pensamientos rumiativos) por situaciones que en su gran mayoría no ocurrieron y me quedaría la preocupación de no ver encaminado a mi hijo que hoy sigue inmerso en el consumo de drogas.
    Por lo demás, agradezco la infancia que tuve en un ámbito familiar saludable, haberme recibido, haber conseguido un trabajo que anhele.

    #15980
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Es interesante la asociación que hiciste con tu accidente y sus consecuencias, entre ellas la consciencia sobre la fragilidad de la vida. Pero aquí no puedo dejar de señalar que esta asociación fue un modo de eludir propiamente el ejercicio, porque, cuando te instalas en el escenario de que éste pueda ser tu último día, lo refieres en términos muy generales, escuetos e hipotéticos: “me reprocharía”, “me quedaría con…”. Y no puedo no ver en esto lo que los terapeutas llaman, llamamos, RESISTENCIA. Tú sabes bien que la resistencia tiene muchos rostros y a veces se viste de desánimo, de cansancio, de fuga, etcétera.

    Es un ejercicio difícil y no es infrecuente que algunas personas no lo tomen en serio o lo vean como una especie de ficción, pero todo eso es, me parece, una especie de miedo a realmente entrarle con todo a la posibilidad, de tomarla en serio, de vivir, al menos durante una semana, con la consciencia de que hoy será mi último día.

    La ética, en el sentido antiguo del término, no es otra cosa que cierta experimentación y ciertos ejercicios de autoafección; y la imaginación puede tener un papel muy estimulante en este sentido. Entonces, aunque desde luego que puedo estar sobreinterpretando y diciendo algo que no representa lo que te sucedió, intenta ver con la mayor ecuanimidad de que seas capaz si no habrá algo de cierto en esto; y si es el caso, inténtalo otra vez, haz el ejercicio diariamente, si hay tristeza o melancolía, deja que se manifieste, hasta que alcances el efecto a que aspira este experimento y que no es otro que una claridad meridiana en los valores, un aprecio del tiempo sumamente agudizado y una percatación de la belleza y, en cierto modo, de la gracia de estar vivos, notablemente más profunda que en la percepción ordinaria.

    Va un abrazo a la distancia.

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