Etiquetado: Familiar Reflexión Ejemplo Admiración Contraste
- Este debate tiene 1 respuesta, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 8 meses, 3 semanas por
Gabriel Schutz.
-
AutorEntradas
-
agosto 28, 2022 a las 9:49 am #15890
Jorge Meléndez
ParticipanteLas tareas se han vuelto un reto cada semana. En este caso el ejercicio parecía simple, sin embargo, al analizar las acciones y palabras de mis familiares me he topado con pared en el sentido de elegir, ya que repito conductas y formas de pensar, algunas buenas y otras no tanto, de sus distintas personalidades.
Mi abuelo siempre fue un hombre de pocas palabras, reservado y silencioso la mayoría del tiempo. Su carácter era tranquilo, justo, responsable, en otras palabras, alguien en quien se podía confiar, pero aún así proyectaba una seriedad complicada de romper, un hombre fuerte como los que ya no se hacen, dirían por ahí. Me reprocho no haberle preguntado sobre tantas historias y dudas, muchas cosas de su vida son un misterio que no saldrán a la luz (falleció hace más de diez años) y de igual forma jamás escuchó vivencias mías que me hubiera fascinado compartirle y escuchar sus opiniones al respecto. No tenía amigos, aunque se llevaba bien con todo mundo y cuando iba a su trabajo las personas parecían apreciarlo bastante. De vez en cuando hacía una que otra broma de humor ácido, casi negro. La descripción que hago de él, hasta este punto, bien podría aplicarse a mí, aunque no a rajatabla, sí en la mayoría de los casos. Me considero un tanto huraño y, a excepción de este curso, no me abro con frecuencia ni toco temas personales con nadie. Trato a las personas con amabilidad y educación, sin embargo, tampoco intimo con ellas. Tengo, entre comillas, amigos relacionados con las actividades que desempeño día a día; cuando por alguna razón concluye esa fase, corto el contacto o dejo que se pierda. Respecto al amor, encuentro una conexión fuerte: mi abuelo siempre demostró un aprecio incondicional hacia la familia, cosa que comparto. Sin embargo, mi objetivo de vida dista mucho de formar una en la que yo me vuelva el pilar de ésta. Ignoro si mi pensamiento pueda estar relacionado justo con esos recuerdos que tengo de él siempre aguantando el mundo en sus hombros y haciendo lo mejor para los demás, sin importar que él pudiera salir perjudicado.
Una cualidad que realmente admiro era su fe, pues su entrega religiosa hoy me significa una virtud mayor: apoyaba a los curas en las misas e iba de visita, una o dos veces por semana, a darles comunión a enfermos. De niño, jamás pude apreciar lo que eso significó y aunque mis creencias religiosas no coincidan con las de él, realmente admiro lo que hacía.
Recuerdo que era un hombre exigente consigo mismo y más cuando se trataba de ejercitarse (corrió maratones en su juventud), prácticamente a diario corría unos diez kilómetros. Aún cuando no lo conocí en su mejor momento, quizás copié de su personal la persistencia que me caracteriza en temas de rendimiento deportivos. No sé hacer las cosas a medias y a veces llego al extremo. Si no me empleo a fondo, siento que no entrené.
Conforme pasa el tiempo y me toca enfrentar nuevas situaciones, a veces hago símiles en los que analizo conductas que manifestaba mi abuelo y la fuerza impulsora con la que lidiaba con todo.
Pierdo la objetividad al buscar sus puntos negros, tal vez porque pese a haber crecido en una época en la que el pensamiento de la sociedad era más cerrado, él tenía una mente receptiva. No imponía su forma de pensar ni sus juicios. Al haberlo conocido en su papel de abuelo, tuve una interacción muy distinta que la que hubo con mi tío (su relación nunca fue buena, según las palabras de mi madre y mi tía), pues fue un padre estricto y un tanto agresivo. Cuando mi mamá me comentó que la relación de mi abuelo y mi tío estaba marcada por eso, fue difícil y contrastante para mí. Pues en ningún momento de mi infancia ni adolescencia mi abuelo me trató de forma autoritaria o violenta, al contrario, sólo tengo recuerdos cálidos con él. No justifico esos comportamientos previos que me han comentado, pero admiro que los haya cambiado a tal punto que me cueste imaginar que su trato era tan distinto.septiembre 7, 2022 a las 11:28 am #15921Gabriel Schutz
SuperadministradorUn modelo interesante que me recuerda a un estilo de ejercicios espirituales, más o menos presente en distintas tradiciones, y que tiene que ver con considerar cómo habría resuelto una figura modélica cierta situación, cierto problema. ¿Qué habría hecho o dicho Sócrates en tal circunstancia? “Mirar con los ojos el maestro”. No es que tú estés aquí poniendo a tu abuelo en calidad de maestro, pero se percibe algo del estilo.
Lo que, sin embargo, me parece más relevante del texto es uno de los aspectos en los que más te identificas con él: el carácter huraño y reservado, la falta de intimidad. ¿Qué hay detrás de esto y por qué es importante considerarlo? Por supuesto, un exceso de intimidad, intimar, revelarse, exponerse ante quien no corresponde, es lo que podríamos llamar impudicia, porque hay algo sagrado en la intimidad y, por lo tanto, al ser ésta expuesta, sonsacada de su ámbito, es como si se profanara. Lo vemos todos los días, de las formas más variadas e inconcebibles, en las redes sociales. Cosas que, hasta hace no mucho, habrían sido protegidas púdicamente, por ser consideradas íntimas, ahora pasan al dominio de la ostención más vulgar. Lo que se come, lo que se lee, los pies tocándose con los de la pareja con un fondo playero, las plegarias, cualquier cosa es impúdicamente exhibida. Pero si el exceso es problemático, el defecto también puede serlo. La posibilidad de intimar en las circunstancias que corresponde, por los motivos correctos, ante las personas justas, en el momento oportuno, etcétera, etcétera, es fundamental, porque nos hace sentir conectados, en lugar de aislados, y el bienestar fundamental tiene que ver, precisamente con eso: con sentirnos profundamente conectados con todo. Dogen, un maestro zen, habla de la realización espiritual (el Nirvana) como una “intimidad con todas las cosas”. En ese sentido, es importante observar qué sucede con la posibilidad de intimar con otras personas y qué obstruye esta posibilidad. ¿Cuál es el miedo que está detrás de esta parquedad? ¿Puedes reconocerlo? ¿Puedes adivinar su origen?
-
AutorEntradas
Debes estar registrado para responder a este debate. Login here